Decidme qué hacéis cuando sentís esa soledad que se siente en el estómago.
¿La habéis sentido alguna vez?
Actualización:
SENTIR.
SENTIR.
SENTIR.
Me acabo de dar cuenta de que he mencionado tres veces el mismo verbo.
Desde 2006, compartiendo cotidianidades. Entra y ponte cómod@.
Decidme qué hacéis cuando sentís esa soledad que se siente en el estómago.
¿La habéis sentido alguna vez?
Actualización:
SENTIR.
SENTIR.
SENTIR.
Me acabo de dar cuenta de que he mencionado tres veces el mismo verbo.
Hoy ha sido uno de ellos.
Me gusta acercarme al mar y saborear lentamente esas crestas de las olas que parecen coronas de Reinas. Sus idas y venidas como baile de vivos sobre lo que ya no respira. Su aroma intenso pero, sobre todo, ese sonido que se encuentra con las rocas; Que estalla a veces contra ellas y llega con ímpetu a la arena de las orillas inmensas.
He ido, he probado la salitre de mis labios resecos por la costa y por el paso del tiempo. He recordado las olas que han pasado cerca de mi cuerpo y he imaginado las olas que están por venir. Las que también están llegando en momentos en los que sigo viviendo en una película, la de mi vida, sin ser la protagonista.
He regresado al mar porque me permite fácilmente divisar su horizonte y relajar la vista. Mirar a lo lejos y disfrutar de un espectáculo que ofrece los colores de una paleta infinita.
Un domingo que ya decae y con él toda una semana de vivencias detenidas pero profundas.
¿No es la vida profunda siempre? Incluso, detenida.
Regresada después de un tiempo.
Deseo que todos estéis bien en medio de brindis y celebraciones varias que tocan en estas fechas. Dejaos llevar hasta donde os apetezca. Unos centrados en los adentros y otros más ocupados con los afueras.
Debo reconocer que brindar me parece uno de los rituales más especiales que conservamos. Además, hoy en día no es obligatorio que sea con alcohol. El resultado no se ve alterado. Está totalmente permitido. El acto de acercar las copas o vasos, de alzarlos en grupo o a dos. Me parece algo totalmente necesario para coger fuerzas entre todos y poder seguir compartiendo y caminando juntos. Porque estamos juntos en esto. No me cabe duda. Unidos por los deseos nuevos.
Os leeré detenidamente. Me gusta hacerlo con tiempo, con calma, con silencio. Me pregunto cómo estáis. Deseo que con ganas de afrontar lo nuevo que se acerca. Ya me contaréis.
Un brindis por vosotros y con vosotros.
Que esta nueva etapa no olvidemos lo más importante.
Túneles del tiempo.
Que me llevan a ti.
Sigo caminando entre la vegetación cercana a la costa.
Continúo añorando y creo que añoraré hasta el final de los días.
Es curiosa la mirada que surge con la edad. Con los años vividos.
Esas experiencias que ahora parecen sueños.
Incluso, las más recientes.
Estoy viviendo en un sueño y no logro despertar.
¿Debo preocuparme?
Siempre he querido llevarlos a cuestas, pero como no quiero pagar y pagar a los que ya reciben tanto, he decidido conservarlos en un sitio "no portátil". Lo llevaré mal al principio, supongo. Querré recurrir a esos momentos y esos momentos estarán metidos en el disco duro que tengo bajo la montonera de libros y apuntes.
De momento, pienso solamente en descargarlos en otro dispositivo. Debería también eliminar archivos pero no me veo capaz. Mi mente amarra y agarra. Con fuerza. Todo lo que he dejado grabado ahí es por un motivo vital. Hasta el café compartido desde el bar de carretera. Es mi vida y mis sentimientos en imágenes. Así lo siento y, por este motivo, no quiero borrar ninguno. No puedo.
Nada se puede borrar aunque se borre. Eso me dijeron un día. Y añadí posteriormente, al menos en pensamiento: Yo no quiero eliminar ningún momento vivido. Somos el resultado de una vida única. Eso somos. Pienso que es verdaderamente increíble, maravilloso y mágico. Nosotros definidos por todo lo que dejamos atrás.
Y aquí está una de esas fotografías de uno de mis innumerables paseos.
Regreso al camino para encontrar la calma deseada. Incluso, en aquellos lugares que pisé con los que ya no están a mi lado y están.
Para siempre. Aunque desaparezcan los archivos.
Me relaja escaparme. Me siento relajada ahora.
En un segundo, mi cuerpo puede empezar a revolucionarse de nuevo. No canto victoria.
De hecho, últimamente son pocos los instantes de relajación TOTAL. Los tuve en su día pero actualmente son tan escasos que se han convertido en un dulce recuerdo de "juventud". Se elevan mis hombros y me doy cuenta del movimiento que no me gustaría advertir en mi propio cuerpo agotado. Imagino entonces a esa gacela que ha detectado a la hambrienta leona entre las hierbas altas.
Veo leonas por todas partes.
Cuando se rompe la rutina con estas noches de lectura y verano, entre el silencio tranquilo de un pueblo que convive con la playa geométrica y la montaña de piedras con formas de historia de nuestros ancestros, recuerdo tus besos en estos lugares de ensueño. Recuerdo tu mano recogiendo la mía. Recuerdo el cariño de un hombre que ha desaparecido como el castillo de arena que arrolla el mar del fin del mundo.
Entre estas dunas, mi piel desnuda se pegó al sudor de la tuya para siempre, incluso en la lejanía de tiempo y de vida. Pegados éramos invencibles y valientes. Valientes por la magia que un día se vio envuelta de niebla y dudas.
Me pregunto si las dudas pueden estar alguna vez equivocadas.