He de confesaros un pequeño pecado. No es pecado pero me gusta denominarlo así y esto es lo bueno de escribir lo que a una le da la gana, sin tener al profesor "tradicional "con el machete detrás para cortarte la mano si no escribes cómo mandan los cánones del momento. Me alegro, por cierto, de no haber aprendido a escribir en estas actualidades que muchas veces marean más que otra cosa. Otras veces pienso que me hubiera gustado ser tierno aprendiz hoy, porque también se concede importancia a lo que antes no tenía ninguna y era igualmente importante. Aunque el problema ahora es otro: O nos quedamos cortos o nos pasamos de la raya... Somos incorregibles.
Ahora sí; Os confieso mi pecado que no es pecado:
De esos tres cerebros que tenemos, el que predomina en mí es el emocional. Soy esclava del sistema límbico. El racional, para otro momento en términos generales... El reptiliano, pues algo debo de tener también porque ni me he muerto aún ni me han matado, que vendría a ser algo semejante si únicamente tenemos en cuenta el dejar de respirar.
No es que tenga totalmente desatadas mis emociones, pero podría decir que las contengo muy poco últimamente, y en eso tiene algo que ver el neocórtex, que al menos sirve de freno al desastre total.
Imagino como caballos desbocados a mis emociones. Cabalgando a lomos de ellas, el bosque se convierte en una masa verde amarronada.
En uno de esos troncos verdosos, cuelga un cartel de SE BUSCA:
SE BUSCA:
REFLEXIÓN
AUTOCONTROL
CONCENTRACIÓN
Estado actual: Buscando el bosque detenido.