13 de agosto de 2020

Escribiendo

Suavemente, le cogió las manos. Lo miró a los ojos y le prometió amor eterno en un silencio cómplice y abrumador. A pesar de las maldades que puedan cruzarse en el camino de una relación. A pesar de esos obstáculos difíciles de evitar si uno se encuentra en momentos débiles, juguetones. A pesar de los comentarios de terceros, de ajenos.

Sabía que lo querría siempre. Era inevitable. Sabía que esos momentos entre ellos eran únicos e irrepetibles, y no sólo por buenos, sino por duros también.

Duro es vivir. 
Y amar.


4 comentarios:

Alfred dijo...

Es duro pero muy gratificante.
Un abrazo.

Rud dijo...

¡Hola, Campurriana!
Deseo que estés bien, que el bicho no te haya atacado; que tu familia esté gozando de buena salud; que no hayas decidido ir en busca de nuestro amigo en común: Ripley.
Un enorme abrazo colmado de esperanza.

Rud dijo...

¡Hola, Campurriana!
Hoy te recuerdo en la distancia. Te relaciono con Adolfo, hoy es su cumpleaños.
Un abrazo

Campurriana dijo...

Alfred, vivir y amar. Ambas, gratificantes. Desde luego.

Rud, disculpa el retraso tan grande al responder. Estoy bien pero con las marcas que nos va dejando la vida y el paso del tiempo. Bonita y dura. Pero bonita, al fin y al cabo.

Me acuerdo mucho de Ripley, la verdad. Nuestro amigo común. Espero retomar el saloncito. Me da pena tenerlo tan abandonado. Y pensar que aún pasáis por aquí. Gracias.
Espero que todo bien por tus dominios, por vuestros dominios.

Un abrazo.