20 de abril de 2024

Tumbada bajo los pinos


Me dediqué la tarde del viernes. Salí de la oficina y arranqué hacia una de mis costas. Me invité a comer en mi restaurante favorito y escuché las conversaciones de turistas recién llegados. Deseosos del sabor a mar de los platos, del clima fresco, de los carajillos, de los buenos caldos, por no decir vinos, como se ha dicho toda la vida. 

Con su disfrute, el mío. Desde una mesa con la compañía tan maravillosa de uno mismo, se pueden descubrir tantas cosas... Las miradas que se cruzan en mesas aledañas, la amabilidad de los camareros, las prisas también. Las relaciones de parejas de toda la vida y las recién estrenadas. Los padres, los abuelos que siempre pagan, y los nietos que piden helado casi desde antes de los entrantes. Grupos grandes de familias, discusiones triviales que parece que arreglarán el mundo y vaya si lo arreglan. Veo a padres con yernos. A abuelas que observan orgullosas la escena. Veo a un hijo maduro con su anciana madre disfrutando de una buena fuente de cigalas. A un senderista que, como yo, se entretiene observando toda la película que pasa por delante de sus ojos. Veo apatía también. Veo de todo...

Antes yo formaba parte de esa película. Ahora me siento espectadora de mi mundo de antes. Y, os lo aseguro, tiene su punto también.

El camarero vuelve a pasar y me pregunta con ternura si me han gustado los longueirones. Dice que me traerá en breve la lubina a la brasa. Sonríe al irse. 

Me hace gracia. Aún sigue llamando la atención ver comer a una mujer sola en un restaurante de mantel como Dios manda. Si tiene una copa de vino sobre la mesa, todavía más. Y si además es con buen apetito, ni os cuento!


Ahora, acostada bajo esos pinos. Escuchando el sonido de las olas y el canto de las gaviotas. 

Feliz.

10 comentarios:

  1. Una velada encantadora, una de esas comidas en que no has de disimular, que te interesa lo que te están contando y tampoco tienes que aguantar una disertación en por qué un vino y no otro, en fin, disfrutas y basta

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  2. Creo que no he comido longueirones en mi vida... he tenido que ir a Google, y he visto que son diferentes de las navajas.
    Las navajas a la plancha sí que me gustan. Imagino que los longueirones también.
    Que buen viernes tuviste.
    Dedícate unos cuantos más.

    Últimamente yo también observo.
    Mucho más que antes.
    Antes yo actuaba y otros miraban.
    Ahora me toca mirar y otros actúan.
    Es ley de vida, dicen...
    Los observo y me veo en algunos de los que fui... y siempre acabo pensando que ahora que creo entender mejor la vida... ahora ya es tarde.
    Claro que si hace años hubiera sabido lo que sé, quizá me hubiera ido al Tibet con un billete solo de ida.
    En fin... que muy bien tu viernes.

    Besos.

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  3. Pues es verdad! da envidia leerte y me alegro enormemente que hayas disfrutado y ese fin de velada bajo los pinos, frente al mar.. Mmm de película ; ) Sinceramente, tampoco yo sabía lo que eran los longueirones hasta que se lo he leído a XAVI. Así que eres de pescado y vino, yo también, pero siempre blanco y fresquito, no me gusta nada el tinto. Qué buena observadora eres, es cierto que siempre pagan los abuelos, pero es que si no les da un síncope, a mi madre al menos le ocurre eso, incluso ahora que la pobre no controla nada, le dejo que haga como que paga, porque eso le hace feliz. No soy de mucho comer, de hecho me gusta mucho más picar que comer platos, lo que tú has hecho yo no lo haría jamás, pero porque sólo disfruto de la comida en compañía, no la aprecio sola. Por lo mismo que si estoy sola jamás cocino y meencaanta. Para mi comer en serio o es acompañada o no me presta, eso sí, lo que no perdono es el postre, bueno si hace mucho calor sí, en realidad si por mi fuera sólo comería postres, postres y ensaladas, para ser más preciosos, helado y ensaladas, me gusta mucho lo dulce y tampoco soy de mirar, me temo que hablo demasiado, pero me parece absolutamente fantástico lo que has hecho, de verdad te felicito. Un besazo CAMPU!

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  4. Alfred, no lo había hecho nunca hasta los últimos tiempos de mi vida. Y me gusta. Lo disfruto y me resulta, incluso, interesante. Observar, degustar. ¿Por qué voy a dejar de ir a los restaurantes si siempre he disfrutado de ellos? Lo curioso es que a veces los dueños de los negocios o los empleados de los mismos comparten sus experiencias contigo. Al verte sola, se acercan a hablar si notan que estás receptiva para escuchar y compartir una charla.

    Toro, los longueirones también están muy ricos. Son diferentes a las navajas pero igualmente deliciosos. Yo estoy enganchada al sabor a mar. Y si los degustas cerca de la costa, aún están más ricos. Supongo que se mezcla el aroma a salitre con el sabor marino. Ya me está entrando hambre... Esos berberechos de un buen aperirtivo. ;)
    Lo de irse al Tibet... Quizá tengamos sitios más cercanos y familiares que nos ofrezcan la paz deseada. Estoy segura.

    María, gracias por compartir. Yo también me he visto en ese lado. Hablando y hablando sin parar. Pero comiendo también. Y bebiendo buen vino, sea blanco o tinto. O una cerveza fresca. También bebo agua, eh! :)
    Disfruto de la buena mesa. Sigo disfrutando. Y sola, ¿por qué no? Es una experiencia que todo el mundo debería tener. Antes iba a tomarme sola un café, después una cerveza, un vino... Ahora ya me atrevo con mesa y comida lenta. El menú del día durante un día laborable no cabe aquí. Eso es otra cosa. Aunque por algo se empieza...
    Y dicen que engancha. Espero no engancharme tanto como para no poder compartir mi mesa con nadie. Eso tampoco.

    Un abrazo a los tres. Un beso también. Y buen fin de semana. Fin del fin de semana. Aquí, soleado domingo.

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  5. Buenas noches: me ha encantado leerte;es verdad que choca un poco aún a estás alturas que una se invite a sí misma la comparto
    Y, comparto tus gustos en el yantar y sobre todo ese regalo a los ojos que puedan disfrutar de cada momento... y ese broche final bajo los pinos chapó
    Un saludo campurriana

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  6. ...perdona mi curiosidad: ¿lo de campurriana es porque eres originaria de ahí?

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  7. Tu texto pone de manifiesto tu gran capacidad de observación y sensibilidad.
    Te felicito. No sé si vives en el campo o sueñas, pero eso de los pinos, las olas y el canto de las gaviotas indica una especie de lugar paradisiaco.
    Un abrazo

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  8. Anónimo no quiero llamarte...
    No soy originaria de esas tierras pero no me importaría. Lo de Campurriana, no sé si es por la galleta o es porque me gusta como suena... Ya no lo recuerdo. Quizá sí sea por la galleta. Me encantaba mojarlas en el café. Se ponían blandas tan pronto, que ese era un toque de originalidad. Y están ricas. No me pagan nada, eh!

    No vivo en el campo, Luis Antonio. Pero lo tengo muy cerca. Y también tengo la suerte de tener cerca el mar. Lo estoy viendo ahora desde mi ventana.

    Buena tarde de lunes a todos. Por aquí, soleado.

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  9. Disculpa por no haberme identificado: mi nombre es Bertha y leí tu comentario en el blog de Luis Antonio y como la curiosidad me podía por eso me acerque a visitarte y me encantó leerte y esa libertad de poder decidir tus momentos.
    -Lo de Campurriana aparte de esas delicias de galletas,ese gentilicio se le da o daba a los del sur de Cantabria y a los del Norte de Palencia .
    Un abrazo y encantada de conocerte

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