Pienso en cómo recordamos lo que recordamos. Una historia de amor, la misma supuestamente, está formada como mínimo por dos historias de amor, y es posible que muy diferentes entre sí. Es más; Una historia de amor vista hoy por una mirada, no es la misma historia de amor vista hace unos años, o dentro de unos años, a futuro... Porque la mirada, precisamente, ya no es la misma.
Todo se va transformando al antojo de la memoria y bajo los aprendizajes que vamos adquiriendo a lo largo de nuestra vida.
Y si no fuese suficiente el embrollo, esos supuestos aprendizajes, una vez adquiridos los primeros, que a veces considero que son la batidora de nuestras entrañas, no dejan de ser lecciones que no podemos aprender, o que no deseamos aprender. Aunque seamos conscientes del error que ello pueda suponer.
Nuestro cerebro nos engaña, nos amarra. No es nuestro cerebro exactamente. Quizá sea ese pasado que pesa. También nuestro cerebro, al que le gusta acomodarse en esos hábitos adquiridos que a veces nos hacen daño. Está diseñado para sobrevivir y no le gustan los cambios. Así funcionamos.
Difícil salir de los patrones aprendidos cuando éramos esponjas.
¿Se puede salir de ellos o es prácticamente imposible?
Saber que lo que uno recuerda puede no ser exacto o que muchas veces modificamos los recuerdos para protegernos de forma inconsciente es absolutamente demoledor.
ResponderEliminarEso raja la yugular de la nostalgia.
Cómo vamos a echar de menos lo que a lo mejor no sucedió?
O sucedió de otra forma, sin la trascendencia ni la importancia que ahora le damos... es terrible eso, es como un alzhéimer chiquitito, de estar por casa...
Y lo que aprendimos es lo que ahora recordamos?
O también lo hemos ido modificando?
Quizá lo que creemos saber no es tanto como imaginamos.
Vista la existencia así no parece que seamos muy de fiar.
Besos (ciertos, o no...)
Así pienso, Toro. Exactamente.
ResponderEliminarQue vivimos sobre una especie de nada. Como la Nada de esa "Historia interminable" que me ha venido ahora a la cabeza... Lo digo porque todo se diluye, aunque la nada en la película es otra cosa, podría valer como concepto. De la Nada de la historia interminable, hablaremos otro día... Interesante enseñanza también, siendo una película dirigida al público más joven.
En este caso particular, pienso: ¿Aquella conversación que tuvimos y que nos marcó tanto?, ¿Era esa conversación exactamente o lo que dedujimos nosotros con todos nuestros artefactos internos procesándola? ¿Qué recuerda la otra persona que participaba en ella?
A partir de esta, nos hicimos una idea de lo ocurrido, de la forma de ser del otro, del juicio sobre las palabras y sobre los que las pronunciaban...
Sí que es demoledor. La realidad, ¿en qué lugar queda entonces?
Se nota que es sábado. Hay más tiempo para destripar esto que llamamos "vida".
Quizá sí tenga un sentido. O, si no lo tiene, al menos VIVIR. Es lo que nos queda y es mucho mientras podamos hacerlo.
Espero que tus besos sean ciertos.
;)
Que tengas una buena tarde. Entre sol y sombra por aquí.
Un abrazo.
Vamos acomodando nuestros recuerdos, a través del tiempo, acomodándolos a la realidad imperante en cada momento de nuestras vidas, en función de lo vivido y aprendido.
ResponderEliminarBesos.
Se puede mi querida CAMPU ¡naturalmente que se puede! Sólo hay que ser conscientes del daño que nos hace seguir amarrados a lo que nos hace sufrir y soltarlo, o al menos intentarlo. Por ejemplo, en mi caso, me ha tocado una mente que produce mil millones de pensamientos por segundo y por eso, he tenido que aprender a domesticarla, a pararla, después noches y noches mirando para el techo a la búsqueda y captura de respuestas a cada cosa que no comprendía, asustada y consumida imaginándome un futuro lleno de miedos acechantes que me esperaban agazapados a la vuelta de una esquina, hasta que me di cuenta que no se puede vivir llena de miedos que como bien dices, son trampas que nos coloca nuestro cerebro para mantenernos sumidos en la angustia de no poder controlar lo que nos ocurre.. Un día, te das cuenta, por puro instinto de supervivencia, que debes salir de ahí, aprender a instalarte en el ahora, sin ir más allá, pasito a pasito viviendo lo que toca, hasta que toca lo siguiente.. no hay otra forma, ni más misterios. La mente se coloca en estado de alerta cuando el miedo a lo desconocido se nos instala dentro y hay que salir de eso. Nos asusta lo que pensamos, pocas veces lo que de verdad vivimos. Las historias que vivimos de amor o de cualquier tipo, son diferentes en presente, a cuando las recordamos. Los recuerdos se modulan siempre por nuestra subjetividad y porque vamos evolucionando a lo largo de la vidas. No somos los mismos hoy, que cuando vivimos lo que sea que hayamos vivido. Lo que pasó, pasó de la forma que sea que haya pasado ¿qué más da en realidad? ¡ ya pasó! así que aunque no sea fácil, se puede ir aprendiendo, reseteando lo que no sirva y enmendando errores o al menos siendo conscientes de ellos y sobre todo, buscando la forma de estar en paz dentro, esa es la clave, averiguar qué necesitamos para que la calma vuelva a nosotros, una vez lo averiguamos, a por ello.. sinceramente, yo te veo en el buen camino, meencaanta las cosas que nos cuentas, cómo disfrutas de los momentos, contigo misma, sin más … Conseguir eso es lo más difícil, así que ¡enhorabuena! Sigue así. Un besazo y feliz finde!
ResponderEliminarCuando me doy cuenta de que me dejo llevar por los recuerdos, busco un quehacer que me aparte de ellos. El presente está aquí y hay que vivirlos lo mejor que se sepa y pueda....
ResponderEliminarsaludos cordiales
Alfred, entiendo que vamos acomodando nuestros recuerdos al momento presente para, al menos, ofrecer un sentido a lo vivido, y a lo que se vive y se va a vivir...
ResponderEliminarComo dice Toro, una manera de protegernos. Dar una coherencia mínima a todo esto.
María, eres un libro abierto y se nota mucho que estás informada, formada en estos temas que son tan importantes para disfrutar de TODO lo que tenemos. Vives de forma CONSCIENTE y eso ya te ofrece una ventaja enorme; El conocimiento del porqué de nuestro comportamiento y el conocimiento del daño que puede hacernos una determinada forma de pensar/actuar.
Yo estoy en ello. Soy más consciente ahora y considero que eso es un gran paso. De todas formas, me cuesta soltar. Mi cerebro tiene las autopistas bien marcadas. Cambiar a carreteras que, en principio, serán secundarias, es complicado. Mucho. Estamos programados para no salir de la zona de confort por lo que pueda ocurrir. Y también pueden ocurrir cosas maravillosas.
La vida es una aventura, sin duda. Lo importante es tenerlo muy presente. En muchas ocasiones, las personas se dan cuenta de ello cuando ya es demasiado tarde. Gracias por tus palabras.
Luis Antonio, a veces hago lo mismo para no sufrir demasiado. Soy una nostálgica. Y la nostalgia puede ser muy bella (extrañamente bella) pero también muy puñetera.
Un abrazo a todos en el fin del fin de semana. Con nubes y sol por aquí. He agarrado el mar un ratito y no me ha venido nada mal.
Disfrutad de las últimas horas antes del lunes. Aunque los lunes pueden ser estupendos. ¿Por qué no?
Quería decir que lo importante es ser conscientes de por qué nos comportamos de una u otra manera. Ese conocimiento nos facilitará el camino. Para continuar o dar un giro de volante.
ResponderEliminarEs que quedó un poco mal explicado en mi anterior comentario.
Besos.
Nos inventamos y no tanto con lo que recordamos como con lo que fingimos en el presente, es inevitable.
ResponderEliminarPedro, intentamos creer lo que queremos creer para no encontrarnos tan perdidos, para hallar un sentido a lo vivido. Inventarlo, más bien. Pienso que es importante conocer realmente los motivos, las creencias por las que nos comportamos de una u otra forma. Saber también qué es lo que verdaderamente necesitamos, deseamos. ¿Qué buscamos? Parece fácil pero a veces resulta extremadamente complicado.
ResponderEliminarLos mecanismos del cerebro están hechos para protegernos y a veces lo único que hacen es ponernos las cosas muy difíciles. Nuestro cerebro se niega a buscar eso tan bueno por conocer porque realmente no tiene la certeza de encontrarlo. Siendo conscientes de ello, ya tenemos algo ganado. A partir de ahí, podemos decir que tenemos también la responsabilidad verdaderamente de lo que nos pueda suceder.
Así estamos hechos. Queremos una rutina porque en ella nos sentimos más seguros.
Una rutina y que nos quieran.