Sigo teniendo ese nudo en el estómago, en la garganta. Es un nudo que me ata a un pasado ya disuelto del que recuerdo tanto lo bueno como lo malo. Os aseguro que tengo presentes AMBAS caras de la moneda y aparecen, tanto la nostalgia como la ternura, y también la profunda tristeza que no se termina de marchar. No es que quiera regresar a este pasado pero sí que siento que algo hemos perdido y estamos perdiendo en esta evolución del ser humano.
Me pregunto hacia dónde camina esta sociedad en la que no me veo acomodada. Todo se ha vuelto tóxico si causa un mínimo fastidio. Ya no tenemos ni debemos soportar nada. Surge la duda, incluso, del sentido de la pareja, origen de todos los que vendrán detrás. Somos uno, uno más uno, uno más uno más uno.
Ningún peso a nuestras espaldas que provoquen los otros y mucha soledad vestida de diversos trajes, incluso de fiesta. Esta soledad última, la disimulada, es la más asfixiante de todas. Asfixiados pero felices. Las relaciones no llegarán a ser nunca duraderas. Las familias serán de quita y pon. El mundo líquido en el que nadamos, se agota enseguida de una adicción para pasar inmediatamente a la siguiente. ¿Para qué esperar si lo podemos obtener YA?
No existe el plato cocinado a fuego lento y con grumos. No hay calma, no hay reposo, no hay sosiego.
¿O soy yo?
No eres tú, la precariedad se aposenta en nuestras vidas, existe el pronto, el ahora, el lo quiero. Las conversaciones se pierden, la admiración mutua cansa,
ResponderEliminarlo reflexivo y trascendente requiere tiempo.
Un beso.
La admiración mutua cansa. ¡Qué bien expresado, Alfred! Y muy triste lo que deja entrever este pensamiento.
EliminarQuiero pensar que no todo es tan oscuro. Quiero pensarlo, al menos. Pero sí me siento lejos del mundo que me rodea. Al menos, del mundo que engloba a otros pequeños mundos que permanecen como cobijo de esperanzas.
En tres generaciones hemos pasado de la familia como entorno protector y mítico a la soledad absoluta como horizonte probable.
ResponderEliminarHace tres generaciones en muchas casas vivían abuelos, padres e hijos.
Ya no.
El tipo de mundo que hemos creado no lo permite.
Nos atomizamos.
Cada vez más solos.
Las redes sociales son el espejismo que esconde la gran tragedia.
Se juntarán la soledad con el declive personal y es irreversible.
Cómo no ir en busca de recuerdos de cuando la vida nos sonreía?
Besos.
Toro, ese horizonte probable es eso mismo; Más que probable. Nos encontramos dispersos hasta en los propios hogares. Y esa tragedia vestida de mascotas a las que tratamos como si fuesen niños, de morritos y pieles tersas pasados los taitantos, de comidas preciosas pero vacías de contenido y sabor original (de origen), de horizontes con luz de filtro de atardecer... es un aviso claro como un grito desgarrador.
ResponderEliminarLa esperanza que queda, es el regreso hacia lugares que son lo contrario. Bellísimos y plagados de naturalidad.
Eso hacemos. Vamos de un extremo a otros y a ver si logramos detenernos en uno de esos puntos medios habitables.
Por de pronto, me acabo de dedicar un momento de calma conseguida frente a ese lecho salado y tranquilo hoy; Mi mar de domingo.
Regreso ahora con fuerzas renovadas.
Para todo lo que se me ponga por delante.
Besos y a continuar RESISTIENDO.
De toda experiencia, se puede sacar una enseñanza, tanta de las buenas , como también de las malas.
ResponderEliminarTe deseo un feliz domingo.
Antonia, nos encontramos en continuo aprendizaje. Incluso, cuando hacemos lo necesario para desaprender también.
EliminarPienso que somos más conscientes al echarnos experiencias encima. Bueno, se nos echan encima sin más. A veces, sin llamarlas siquiera. Así es el paso del tiempo que nunca pasa por pasar.
Un abrazo muy fuerte. Te deseo un día pleno de serenidad. Un domingo tranquilo.
Yo creo que la vida es una sucesión de fases CAMPU o etapas o llámalo como quieras, unas se suceden a las otras y debemos transitar cada una para llegar a la siguiente, sabiendo como decía Machado tan bonito.. “Todo pasa y todo queda, pero lo nuestro es pasar..” y ahí estamos todos. Por lo que te llevo leído, da la sensación que estás saliendo de una fase que te ha dejado muy tocada y estás ...no sé ¿en una fase de transición? .. una donde todavía está todo dolorido, pero recomponiéndose. Pasará, estate segura que será así, porque tú quieres que pase y el tiempo te ayudará a ello. Y sí, no es tu sensación, es la sensación que tenemos todos, hoy todo parece tan efímero y volátil que da miedo, pero precisamente para que el vértigo no se apodere de nosotros, lo único que podemos hacer es ir pasito a pasito, sin mirara demasiado lejos, a esa prisa que parece que tira de nosotros y lo hace, siempre se le puede echar el freno, tomar aire y seguir al ritmo que nos dejan a veces y al que nosotros queramos darnos, otras. Un beso grande y ánimo, aunque a veces parezca que el tobogán va hacia abajo, sólo es una sensación, cuando menos lo esperes volverá a ir hacia arriba. Fuera no podemos evitar lo que sucede, dentro sí ..
ResponderEliminar¿ Un albariño bien frío con chipirones? ; )
“Todo pasa y todo queda, pero lo nuestro es pasar..” y ahí estamos todos.
EliminarMaría, ahí estamos todos. Es verdad...
Reconstrucción y reconocimiento de uno mismo. ¿Y quién no lo va haciendo a través de todas las etapas de vida que vamos atravesando?
Es cierto que cuando ocurre algo que te deja descolocado de verdad, cuando esos cimientos ya no son cimientos y todo va desapareciendo entre una masa irreconocible que podría comparar con los restos de alguna catástrofe natural, hay que intentar agarrarse a lo más seguro que tenemos, y que somos nosotros mismos. En nuestro interior, es donde se encuentra la fuerza. El exterior, apenas podemos modificarlo.
Creo que ya voy aprendiendo algo. Poco a poco y paso a paso.
Y somos nosotros los únicos que podemos sostenernos en medio de estas tormentas.
El ancla está en el interior. Sólo ahí. Si llegamos a este conocimiento, habremos conseguido adelantar muchísimo para vivir como merecemos vivir. Y los que tenemos cerca, podrán beneficiarse también de nuestro aprendizaje.
Llegará la calma, María. Lo sé.
Y tú también.
Un abrazo fuerte y agarro con fuerza esa copa de vino con el aperitivo tan delicioso!
Ése ancla que tienes en tu interior ha de servir para darte seguridad en tiempos revueltos, y cuando llegue la calma y el momento de levar anclas, lo harás con más fuerza y todos los vientos a tu favor.
EliminarUn abrazo.
Tejón, quisiera creerlo. Aún no lo creo totalmente. En cierto modo, veo desvanecidas demasiadas cosas a mi alrededor.
EliminarUn abrazo para ti también y gracias por tus palabras y tu fuerza, que no caen en saco roto.
En estos tiempos, lo mejor es cuidar el jardín propio.
ResponderEliminarEso pienso, Pedro. También pienso que el jardín propio anda un tanto asalvajado últimamente. Pero es verdad; Del jardín propio podemos hacernos responsables. De otros jardines... Ya es más complicado.
EliminarLa falta de familias es muy triste. Un beso
ResponderEliminarCierto, Susana. Antes había otros problemas. En el caso de las mujeres, más serios aún. De todas formas, creo que también era más fácil agarrarse a una mano en caso de sentirse uno en momentos duros de la vida, que siempre terminan apareciendo... Agarrarse a esa mano porque podías encontrarla apenas sin esfuerzo. Quizá idealice otros tiempos. Puede ser... Pero así lo creo. Así lo pienso.
EliminarEres tú, soy yo. Somos todos los que vivimos en otro tiempo, en familia, en comunidad.
ResponderEliminarHoy es soledad y frío. Nunca aquello tan gratificante y vivaz, lleno de gente amada y gusto por todo lo que había en el entorno, más sencillo, más austero, pero lleno de luz.
Besos.
Sara, supongo que será la evolución de la vida y de las circunstancias. La vida va dejando poso, más de tristezas y nostalgias. Las circunstancias dependerán de cada uno. Pero la vida pasa por encima de las circunstancias; La vida que uno va dejando atrás... Y, con ella, tantas y tantas cosas.
EliminarBesos a todos y disculpad el tono bajo del saloncito. Aquí, con vosotros, no quiero disimular. Fuera también me cuesta cada vez más hacerlo. ¿Se me notará en la cara la indiferencia?
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