Gracias por formar parte de mí.
Sabes que eres historia de mi vida para siempre.
Aunque nuestras pieles no lleguen a rozarse nunca más, seguiré sintiendo el calor.
Y también el frío.
Aunque ya no pueda perderme en el interior de tus ojos profundos, esa mirada ya es mía.
Sigo echada junto al mar.
Escondida, incluso.
Agazapada.
¿Dónde se está mejor?
En ningún otro sitio.
ResponderEliminarBesos.
Alfred, sé que también te gusta el mar. Y me pregunto: ¿A quién no? Recuerdo ahora que hay personas que viven cerca pero de espaldas a él. Puede producir desasosiego, me dicen.
EliminarNunca lo había pensado.
Incluso, el mar bravo relaja mi mente.
Hay gente que pase lo que pase nunca se van del corazón.
ResponderEliminarBesos.
Toro, supongo que cuando alguien ha pisado fuerte, continúa ahí por siempre. Porque no queremos que se vayan, porque no podemos olvidarlos, porque, en el fondo, agarramos nuestro pasado con uñas y dientes, quizá para dar sentido a lo que está por venir.
EliminarDonde haya amor y paz.
ResponderEliminarEs ahí, Pedro. Y serenidad, que es la paz en realidad.
EliminarUn abrazo literario.
Vivo en ciudad del interior, pero adoro ver el mar.
ResponderEliminarUn abrazo.
Antonia, en el interior hay también mar. A veces comparaba los campos de trigo con ese océano que me transmitía la calma necesaria. Hace tiempo que no me detengo en el paisaje interior. Incluso, alejada del verde húmedo gallego, que también echo de menos.
EliminarMe has dado una idea. Este, lo tengo cerca.
Un abrazo y buena tarde de domingo. Y de verano.
Se te lee tan pletórica, convencida y agradecida que sea cual sea la causa de ello, ojalá esa sensación perdure en ti, no hay una sensación mejor! y sí, al lado del mar siempre se está bien. Un beso!
ResponderEliminarMaría, ando como este mar que me mece. De arriba para abajo y de abajo para arriba. Intentando sortear con cierta dignidad el oleaje que a veces se serena y, otras veces, apenas sin avisar, se encabrita de una forma sorprendente, a pesar de la época, del verano, del tiempo de helados y refrescos.
EliminarAdemás, el verano es una estación especialmente difícil para las nostalgias.
Las soledades lo son aún más cuando estamos rodeados de charangas.
Por cierto, hoy leía en la prensa que en Galicia podías ir pasando todos los días del verano de fiesta en fiesta. No hay día sin ella.
Me ha parecido una noticia, incluso, triste.
En la cercanía del mar, es el mejor lugar para estar.
ResponderEliminarUn abrazo.
Ahora mismo, incluso se agradece la brisa y el fresco.
EliminarEl sol me gusta pero con moderación. Soy una enamorada de los paisajes brumosos. Del paisaje otoñal e, incluso, el de invierno.
Todos tienen su encanto.
Quizá, echo de menos la tranquilidad de los lugares bonitos. Ahora, demasiado llenos para mi gusto.
;)
Muchísimas gracias por el regalo de tu entrada.
ResponderEliminarAbrazos