Por
su flequillo, su originalidad, su frescura. Por ese periodismo
inteligente y natural que parece haberse desvanecido para siempre.
Jesús Hermida. Nuestro desde el momento en el que lo conocimos.
Jesús Hermida. Nuestro desde el momento en el que lo conocimos.
Éstas eran las palabras que le dedicaba ayer en FB a Jesús Hermida. Sentí muchísimo su muerte. Era de esas personas que rodeaban mi infancia, mi juventud. Aun siendo pequeña, supe admirar su forma de trabajar, su seguridad, su modernidad con ese punto tan distinto, tan peculiar, tan especial. Su imagen, incluso vista hoy, sigue siendo moderna.
Era un hombre que disfrutaba con lo que hacía, que lo hacía bien. Con ilusión, con ganas.
Las ganas que ya no existen y, quizá, esto no sea culpa del periodismo. Sólo quizá...
Jesús, no quería dejar de despedirme. No quería despedirme, en realidad.
Hasta siempre y muchas gracias por todo lo que nos has dado.