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En estos tiempos que estamos viviendo, me voy a refugiar también en el ARTE.
He elegido hoy al pintor de la soledad: Edward Hopper. Es uno de mis favoritos. Me mete en sus cuadros como quien agarra por el cuello a su vulnerable víctima. Me atrapa de tal manera, que podría vivir entre sus obras para siempre; Para disfrutarlas pero, sobre todo, para sufrirlas. Esa soledad retratada es la soledad que los hombres temen. La soledad no deseada por estar tan próxima al miedo. A pesar del color de sus trabajos, Hopper consigue inquietarnos. Vaya si lo consigue.
Quizá, en otro momento de mi vida, observaría este cuadro y vería a una mujer en calma, a juego con el paisaje que la rodea. Hoy veo preocupación, incertidumbre, impotencia. La miro y siento lástima. Rodeada por un entorno infinito, vacío, inquietante, parece un barco a la deriva que se resigna al destino que le espera. El que nos espera a todos tarde o temprano.