Tomamos un té en una tetería que estaba en una mezquita y, al lado de nuestra mesa, esas bellas tumbas otomanas...una dulce convivencia con los del más allá... Allí los cementerios no se consideran lugares tristes. Dicen que incluso eran sitios de cortejo, ya que entre sus recovecos las mujeres podían pasear libremente...
Dedicadas a Raiña... ahí van algunas de las fotografías de esos rinconcitos de los cementerios parisinos, que tantas sorpresas esconden... Puedes fijarte que entre las tumbas se encuentra la de alguien muy conocido...