Regreso ya a una cierta rutina cotidiana. Aunque, hablar de rutinas en esta vida cambiante, es un poco osado por nuestra parte.
Pero sí. Campurriana espera dejarse ver más el pelo que durante estos meses de escapadas, de huidas, de duelos en cierto modo.
Durante todo este tiempo, no he perdido el mar de vista. He saboreado también la montaña que convive con la costa y que, no por ello, es menos montaña.
Tengo pendiente una escapada a esa estepa dorada que tanto adoro. A esa otra montaña alejada de playas y acantilados marinos.
Comienza el curso y me siento extraña. Como si comenzase una vida nueva. Un cierto vértigo me invade en estos momentos de asomo a los precipicios vitales, a las etapas...
Os habéis librado. No me apetece absolutamente nada hablar de política.
Y sí. He pensado en vosotros.