20 de noviembre de 2006

LA IDENTIDAD QUE VIENE DEL OCIO

Todavía queda mucha gente que considera el trabajo como la base decisiva de la identidad. La contemporaneidad, sin embargo, desmiente esta vieja creencia. El trabajo profesional ha ido descaracterizándose y el ocio, por el contrario, cargándose de elementos dispuestos a definirnos.

Todavía hace pocos años Richard Sennett obtuvo un gran éxito con su libro La corrosión del carácter y allí se lamentaba, se sollozaba, porque el panadero de hoy no era ya el conspicuo panadero de antes, nutrido de tradición y enharinado de vocación ancestral. Tampoco el herrero o el abogado conservarían esos caracteres porque el capitalismo de consumo, su variabilidad, su superficialidad, su movilidad, los habría corroído como personajes netos.

Efectivamente. El efecto de la cultura del consumo (histéricamente estimada como cultura del diablo) ha sido la corrosión de lo unívoco. No emprendemos la vida hoy para llegar, como dictaba Píndaro, a ser el que somos, sino precisamente para ser todo lo que ahora no somos.

La aventura y no el proyecto estricto, la veleidad y el cambio, la imprevisibilidad o el accidente son los caracteres de nuestro tiempo. El atributo más anticontemporáneo es la dirección única, la sangre pura, la ortodoxia o el planeamiento delineado para toda la vida.

Ni la casa, ni la pareja, el coche o el reloj son, como antes, para toda la vida. Tampoco la dedicación profesional que, entre otras cosas, nace de una titulación aplicable a tareas variopintas o todavía por pintar. No nos hacemos una identidad mediante el trabajo porque el trabajo o nos disfraza una y otra vez en sus diferentes versiones o nos resbala. Bajo la apariencia de una profesionalidad circunstancial no se construye la identidad sino, más o menos, en el territorio del tiempo libre. Libre también para ser a voluntad. De hecho, esta ha sido la respuesta del 88% de los jóvenes españoles e italianos encuestados por la empresa Synovate con implantación en 54 países y tras realizar su último estudio sobre identidad en 11 naciones europeas.

En el ocio, a través de las elecciones musicales o de ropas, la preferencia de ídolos y marcas, la elección de parajes, videojuegos y viajes, se conforman tribus y tipos. El trabajo resulta o demasiado abrumador, explotador, voluble o poco importante para esperar la denominación de él.

El mundo alternativo al laboral, el universo del consumo y su tiempo libre se encarga de trazar la silueta de ciudadanos/consumidores y no en el negativo sentido de su enajenación sino en el serio significado de su definición.

El que quiera entender que entienda.


Opiniones para discutir....o no.
Colaboradora especial: Cantimplora

11 comentarios:

Anónimo dijo...

No debiéramos definir a una persona por su trabajo, porque la vida es más que el trabajo.
Tampoco debiéramos hacerlo por su clase social ni por si prefiere leer, ir al cine o escalar en su tiempo libre.
Las personas tienen su propio universo unificador que no es fácil de catalogar.
En cuaqluier caso, es posible dejarse llevar por el capitalismo, consumismo, modas, etc...
O vivir llevando las riendas de la vida en medio de la vorágine... Siendo la clase de persona que uno decide ser en el trabajo, en casa, en la discoteca.

Ojalá fuésemos siempre la misma persona y no fuésemos huyendo y disfrazándonos en cada ocasión de lo que parece oportuno.
Hacerlo es tán fácil y tan difícil como decidir hacerlo.

Anónimo dijo...

El que escribió ese artículo (y que me perdone la galletita) le sobraba pedantería y le faltaba cultura.

El trabajo de hoy es tan alienante como el de ayer o anteayer.

(el trabajo en una manufactura decimonónica, en el campo en cualquier época, sobre todo si no es tuyo...).

El ocio de hoy es tan libre como cada persona sea capaz de concebirlo.

(jugar al tute en el bar del pueblo, o pasarse el Sábado en un centro comercial).

El ser humano dejó de evolucionar hace milenios. Somos la misma mierda con distinto decorado...

Anónimo dijo...

La galletita no tiene que perdonar nada, mendiguiño...es tan fácil picarte.
El ser humano es totalmente variable por naturaleza; el trabajo hace que nos comportemos de una manera, la familia de otra, la pareja, los amigos....tenemos mil entornos a los que nos vamos adaptando o no, según nos apetezca o según nos interese o inconscientemente...
Decía alguna persona, presente en el pasado de muchas que pueden estar leyendo este blog, que la apetencia era propia de los animales...
Supongo que somos el resultado de nosotros y de nuestras circunstancias, nada más (siempre me ha gustado esta frase).
Y por cierto, si pudiese dejar de trabajar, no lo dudaría...

Mendiño dijo...

Campu, preciosa...¿piensas hacer carrera política? ¿Vocal de tu comunidad de vecinos, quizás?

¡Que gusto por escribir obviedades!

:p

En cuanto al rollo ese de la apetencia...pues...ÑIAAAA!!! error.

La apetencia es propia del ser humano. Los animales tienen apetitos, mas no apetencias.

Anónimo dijo...

Mendiguiño, como se nota que tienes mucho tiempo libre....

Mendiño dijo...

No tanto como quisiera, hija mía, no tanto como quisiera...

Anónimo dijo...

Mendiguiño, me ha dicho Cantimplora que ella tiene apetito sexual...¿tendrá un lado animal que no conozcamos?.... ;)

Anónimo dijo...

Vaya par de dos...:-P

Os voy a contratar de "comentaristas" :-)

1 bico

Mendiño dijo...

Cantimplora, la respuesta es NO, NO existe en tí un lado animal que no conozcamos. Tu lado animal es ya conocido.

JUAS JUAS JUAS JUAS

Por otra parte, sería curioso que antes de contestar, leyeras. Decir que los animales tengan apetitos no niega que los hombres también los tengan.


apetencia.
(Del lat. appetentĭa).
1. f. apetito (ǁ gana de comer).
2. f. Movimiento natural que inclina al hombre a desear algo.


En cualquier caso, no sólo la forma de la frase está equivocada, sino que considero repugnante el angelismo que encierra su imperfecto enunciado, una expresión del voluntarismo fascista.

El hombre nuevo, sin deseos ni pasiones. Un monstruo criminal, soñado tanto por Stalinistas como por fascistas.

En cualquier caso, una estupidez, como la historia nos ha demostrado.



María, yo llevo en nómina ya tiempo. ;)

Un abrazo a las dos!

Anónimo dijo...

¿En nómina?....vamos,y yo sin enterarme...

Lo de apetencia/apetito es algo que se me ha quedado grabado por la curiosidad que supuso en aquel momento una enseñanza con la que no estaba de acuerdo en absoluto...recuerdo que un día le comenté a una de las monjas del colegio que me apetecía algo que ahora no recuerdo....y me dijo, bastante molesta, que la apetencia era algo que sólo sentían los animales....¡increíble!.

Un beso a los dos. Y María, tendremos que hablar que me voy a celar como haya favoritismos....

:)

Anónimo dijo...

Que yo os quiero a los dos igual...:-) Además, os pago exactamente lo mismo :-P

1 bico, chicos