27 de mayo de 2007

El Jardín del Gran Espíritu

En un pasado lejano, Manitou, el Gran Espíritu, se encontraba sentado solo en su vivienda celestial. Estaba triste y confundido. Las personas peleaban continuamente. Decidió ayudarles.
Haciendo a un lado la cortina del cielo, Manitou llegó a la tierra. En su espalda cargaba un bulto muy grande y misterioso embalado en una manta. En la orilla del gran San Lorenzo descargó su bulto. Reunió a todas las personas y les dio un jardín para que lo usaran de hogar. Les explicó que si seguían sus guerras, podrían perder el jardín.
Por un tiempo todo funcionó bien. Pero las viejas disputas no se habían muerto. Poco a poco el jardín empezó a gritar los llantos de la guerra. Manitou volvió y dijo "no han mantenido la paz, por lo tanto me llevaré el jardín".
Embaló el jardín en la manta y empezó su ascenso al cielo. Al punto de hacer a un lado la cortina celestial, se rompió la manta. El jardín cayó al río San Lorenzo y se quebró en cientos y cientos de pequeños pedazos. Estos mismos pedazos se convirtieron en lo que hoy conocemos como Las mil islas...

Una leyenda indígena.

1 comentario:

Campu dijo...

Cuentan que el Señor Boldt llegó a la ciudad de Nueva York en su temprana adolescencia y pasó a ser, con el tiempo, uno de los hoteleros más reconocidos de América. Había empezado trabajando en la cocina de un hotel...

En julio de 1893, el Señor Boldt y su familia pasaron un fin de semana en Las mil islas y su belleza lo sedujo de tal manera que hizo de ellas uno de sus destinos favoritos.

En 1895 se apropió de la isla Heart y planificó la construcción de un castillo para su esposa Louise. La isla romántica se transformó en uno de los cuentos verídicos de amor más tristes de la historia. En 1904 llegó un telegrama anunciando la muerte de la Señora Boldt y se ordenó a los trescientos artesanos y trabajadores que parasen inmediatamente la construcción. El Señor Boldt quedó con el corazón tan herido que nunca volvió a la isla.

Actualmente se está reconstruyendo esta maravillosa parte de historia isleña de los bonitos parajes...

Y es que el dinero no lo puede dar todo...