14 de enero de 2008

Hacia atrás

2 comentarios:

Campu dijo...

Dicen que a veces ese misterio engancha...
Por ejemplo, el otro día escuché decir a alguien que la misa en latín era positiva para algunos creyentes por este motivo.
El dar la espalda a la audiencia puede ser otro...
Personalmente, no lo entiendo.

Mendiño dijo...

A mi me gustaría escuchar una misa en latín, vaya que sí. Lo que digan me importa un cojón, pero la sonoridad de ese idioma me encanta.

Las connotaciones son evidentes.

Con el rito antiguo, el cura es el jefe de los fieles que detrás le siguen. Es una celebración en la que todos se dirigen a Uno, que está en el altar mayor (al final de la iglesia). Digamos que es una especie de red unidireccional, en la que todos los fieles usan al cura de servidor/intérprete para dirigirse a Dios en su idioma, el latín.

Con el rito Vaticano, eso se rompía reforzando la idea de comunión, de encuentro entre los fieles del que el cura es el director, el coordinador. Dios no estaba en el crucifijo del altar sino entre todos, en la reunión (según las palabras del Evangelio). Digamos que sería más como un corro o una mesa redonda. Por eso está el curo vuelto al público, porque se supone que es en esa comunión donde se encuentra Dios.

Es una vuelta a una concepción medieval, más deísta, muy en línea con el encastillamiento de la Iglesia Católica en posiciones de extrema derecha, que compensa la pérdida de efectivos con el mayor fundamentalismo de los que se quedan.

Como había escrito por ahí:

Pour mériter les cieux. Nom de dieu!
Voyez-vous ces bougresses,
Au vicaire le moins vieux. Nom de dieu!
S'en aller à confesse,Sang-dieu!
Se faire peloter les fesses,Nom de dieu!