Fuente de la fotografía: Ojo digital
Y ayer dimos la vuelta a esta península que es La Coruña, rodeados de olas que se iban y que volvían aun con más fuerza demostrando que son ellas las que siguen mandando en la ciudad rodeada de mar. Un atardecer sonrosado que brillaba con esa luz especial que tienen los días oscuros del invierno, iluminados por esos resquicios de un sol que se niega a morir a pesar de las adversidades.
Y allí estábamos sobre el paseo marítimo, acercándonos a un paisaje salvaje que sigue creciendo aunque se encuentre cerca de los lugares denominados paradójicamente civilizados. Las galerías de cristal, el castillo, el dique de abrigo, la torre de Hércules, las playas solitarias, las olas que se dejan ver tras los muros de piedra, la casa de los peces...
Realmente reconfortante y, aunque parezca extraño, realmente relajante para los ojos que recorren las escenas del naufragio...
Y allí estábamos sobre el paseo marítimo, acercándonos a un paisaje salvaje que sigue creciendo aunque se encuentre cerca de los lugares denominados paradójicamente civilizados. Las galerías de cristal, el castillo, el dique de abrigo, la torre de Hércules, las playas solitarias, las olas que se dejan ver tras los muros de piedra, la casa de los peces...
Realmente reconfortante y, aunque parezca extraño, realmente relajante para los ojos que recorren las escenas del naufragio...
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Siento que tenga que ser así.
Gracias.