21 de febrero de 2009

Escoria humana

Fuente de la fotografía: Ignoria

escoria.

(Del lat. scorĭa).

1. f. Sustancia vítrea que sobrenada en el crisol de los hornos de fundir metales, y procede de la parte menos pura de estos unida con las gangas y fundentes.

2. f. Materia que, al ser martilleada, suelta el hierro candente.

3. f. Lava porosa de los volcanes.

4. f. Residuo esponjoso que queda tras la combustión del carbón.

5. f. Cosa vil y de ninguna estimación.


DICCIONARIO DE LA LENGUA ESPAÑOLA - Vigésima segunda edición


Decepción podría ser el título de esta entrada. Más políticamente correcto sin duda, pero no tan cercano a lo que siento cuando recuerdo. Ayer me vinieron a la mente estas dos palabras juntas, unidas desgraciadamente por lo vivido en una noche que pretendía ser de ocio y que acabó convertida en un profesor con el libro de la vida abierto drásticamente de par en par. Ayer confirmé, una vez más, la frialdad de esa masa denominada gente que no deja de sorprenderme a pesar de todo lo visto y vivido hasta ahora.

Nos encontrábamos en un mesón cenando y charlando tranquilamente cuando un hombre de unos cuarenta años se desvaneció de repente frente a nuestros ojos, mientras los que estaban en la mesa de al lado se retiraban con cierta expresión de repugnancia como si de un virus mortal se tratase. Una mujer que estaba con él gritaba desesperada pidiendo un médico, una ambulancia...Rápidamente cogí mi móvil del bolso y llamé al 112 con la indignación del espectáculo que me rodeaba en esos momentos y aun no siendo consciente de los detalles. Excepto los dueños del mesón, NADIE hizo ademán de llamar, NADIE se movió de su asiento. Es más, la gente ¡SIGUIÓ COMIENDO!.

Salí del lugar para averiguar la calle en la que nos encontrábamos y, una vez avisados los servicios médicos, entré de nuevo para que la mujer que acompañaba al hombre hablase con el doctor de los posibles antecedentes clínicos y demás asuntos de interés.

El espectáculo era totalmente desolador. El hombre en el suelo, sus amigos/familiares cerca de él sin saber qué hacer salvo esperar. Se necesitan más que nunca unas palabras de apoyo en esos momentos y creo que el que tiene un mínimo de sangre en las venas lo sabe, lo intuye al menos, y le preocupa. Mientras, como música de fondo, las risas, las conversaciones de aquéllos que no sufren por otros, que no sufren por nadie salvo por ellos mismos y quizá por sus padres o hijos. No quise mirar a los ojos de los allí presentes. No pude hacerlo. Me viene a la mente la imagen borrosa de una mujer que mascaba chorizo a mi lado como si nada ocurriese frente a ella. Tuve también una sensación desagradable de desesperanza, de vergüenza por pertenecer a su misma especie.

Ni siquiera los animales se comportan así, comentábamos cuando se llevaron al hombre. Una pareja que llegaba en esos momentos no pudo evitar escuchar nuestra conversación del después y añadió: Desgraciadamente, es lo que hemos creado entre todos.

8 comentarios:

Meri Pas Blanquer (Carmen Pascual) dijo...

Te comprendo a la perfección...somos egoistas, tremendos ególatras que solo nos miramos nuestro ombligo.Qe pena, pero siempre hay alguien que saca la parte buena y humana que todos llevamos dentro y que deberíamos sacar, por favor...

Tremenda entrada y lamentablemente tan real que pone los pelos como escarpias, te felicito.

Campurriana dijo...

Carmen, antes de nada decirte que me ha encantado tu rincón. Podría compararlo con un agradable paseo por un museo uno de esos días que una se dedica a sí misma. Totalmente recomendable eso de las auto-dedicaciones, por cierto...

Quizá el título de esta entrada suene algo fuerte pero quería transmitir mis pensamientos de aquel momento. Tengo la mala costumbre de crisparme con ciertos comportamientos por muchas veces que los vea o que los sufra. En aquellos instantes pensaba que podría ser mi madre, mi abuela, mi hermana...

Todos debieran hacerlo y quizá comprendiesen algo más del verdadero sentido de la vida.

Toño dijo...

También entiendo la situación, porque he vivido otras similares... y también asistí atónito ante la indiferencia de los demás. Y sí, como dices te cabreas mucho por el egoísmo ajeno, preocupado por sí mismo, y quien venga detrás que se apañe.

No terminas de comprender todo el cinismo que impera, mientras se enseña algo tan importante como los valores humanos, luego se practica todo lo contrario...

Un saludo desde Cantabria

Campurriana dijo...

Por suerte también quedan personas en este mundo que merecen la pena y mucho. Un soplo de aire fresco que debemos conservar como oro en paño en los tiempos que corren...

Feliz domingo o ya final de domingo...

Anónimo dijo...

No quiero añadir nada más. La entrada se comenta por sí sola, tal como lo cuentas.

Cada día podemos comprobar de mil maneras este egoísmo que levanta en torno nuestro estas barreras de frialdad que nos priva de un poco de calor humano... ¿ He dicho 'humano'? Los propios animales nos dan ejemplo de solidaridad.

Consolémonos pensando que aún sigue habiendo 'personas', no 'gente' que sigue mascullando chorizo.

Boas noites.

Campurriana dijo...

Boas noites, Julio.

Intentaron convencerme para que mirase a la cara a esa gente. Me dijeron que quizá así podría comprender algo más. No pude. No quise poner cara a esos comportamientos. Tampoco creo que entendiese nada de lo ocurrido si les miraba a los ojos. No hay excusas que valgan para estos casos, tengas el aspecto que tengas.

Gracias por tu visita y por tus palabras.

Anónimo dijo...

Hola, hace tiempo que no dejo ningún comentario. Al leer esta entrada he sentido la necesidad de expresar mi disconformidad con tus palabras. Supongo que tienes razones personales para ser tan dura, pero me asustan esos descripciones intolerantes y enjuiciadores con el comportamiento y sentimiento ajeno, por muy decepcionante que aparentemente pudieran ser.
Además creo que TODOS en mayor o menor medida somos partícipes de esa frialdad y distancia. A mi también me parece de una frívolidad mayúscula, eticamente más reprobable que tu experiencia, esa gala a la que le dedicas la siguiente entrada pero no creo que esas personas que no conozco sean para nada escoria. Un saludo.

Campurriana dijo...

Vivirlo para entenderlo, Liza. Créeme. Confirmo todo lo dicho anteriormente y aun ahora se me revuelven las entrañas cuando lo recuerdo. No hay duda de que en este mundo hay personas y hay simplemente "gente".