Desde hace algún tiempo frecuentamos algunos viernes por la noche una cervecería en el centro de la ciudad. Es un sitio agradable, con buena música y buen ambiente para charlar, mientras uno puede comentar las fotografías de viejos grupos musicales que cuelgan en sus paredes.
Me llamaba mucho la atención aquel hombre solitario que siempre estaba sentado en el mismo lugar de la barra. Le gustaba acudir solo o no tenía otro remedio. La cuestión es que pasaba las horas allí escuchando conversaciones que iban y venían y a veces, si se lo permitían, participaba en ellas con gran satisfacción a juzgar por sus gestos.
Ayer tuve la oportunidad de escucharle mientras esperaba a que me sirviesen las consumiciones. Aquel hombre al que había imaginado meses antes inteligente, peculiar, interesante incluso, se evaporaba por momentos mientras abría su boca para soltar todo tipo de perlas vacías.
A veces es mejor no acercarse para no romper la magia...
Me llamaba mucho la atención aquel hombre solitario que siempre estaba sentado en el mismo lugar de la barra. Le gustaba acudir solo o no tenía otro remedio. La cuestión es que pasaba las horas allí escuchando conversaciones que iban y venían y a veces, si se lo permitían, participaba en ellas con gran satisfacción a juzgar por sus gestos.
Ayer tuve la oportunidad de escucharle mientras esperaba a que me sirviesen las consumiciones. Aquel hombre al que había imaginado meses antes inteligente, peculiar, interesante incluso, se evaporaba por momentos mientras abría su boca para soltar todo tipo de perlas vacías.
A veces es mejor no acercarse para no romper la magia...
Así es..jajaja, suele pasar!!
ResponderEliminarA menudo también todo lo contrario..
Bicos guapa!!
Tienes razón, Carmen. La historia sería más bonita contando el caso contrario. Algunas veces hay personas que llegan a sorprender gratamente. ¡Claro que sí!
ResponderEliminarUn abrazo.
El silencio a veces es oro, la palabra a menudo es hojalata.
ResponderEliminar¡Con lo monos que podemos estar cuando callamos!
No me extiendo más. Ya es bastante para meter la pata.
Un saludo silencioso de Douce
Otro texto exquisito...me encantó Campu..transmites muy bien tus pensamientos, emociones y nos trasladas en el espacio y en la atmosfera.. supongo este hombre del bar será algún amigo de tu bibliotecaria...biquiños
ResponderEliminarNo meterías la pata, Náufrago. Las palabras también son necesarias aunque estén infravaloradas por tantos discursos vacíos que se escuchan cada día...Las tuyas, desde luego, son reconfortantes y a veces críticas. Eso me gusta.
ResponderEliminarRosi, simplemente se trata de un hecho real. Me lo imaginaba interesante y azul. Se convirtió en verde de repente. Así son los hombres de barra...
Me alegro de verte por aquí.
Feliz noche, navegantes.
¡Qué tarde es!
Mañana me acordaré de vosotros en el madrugón...
;)