15 de marzo de 2010

"En tierra de nadie" de Danis Tanovic (2001)


Y el fin de semana de cine se completó con la película "En tierra de nadie" de Danis Tanovic; una historia en la que el tiempo corre lentamente hacia la tragedia silenciosa y se confunde la amistad con el odio, el sinsentido con la vida, la risa con el llanto. Mientras el sol sigue brillando sobre los verdes prados, los hombres se van matando y nada más...

Una crítica a la guerra y a todo lo absurdo que la rodea. No se salvan, por supuesto, ni los medios de comunicación.


Acabo de leer unas notas del director que me parecen interesantes. Las dejo aquí:

Me acuerdo de los extraños sentimientos que tuvimos cuando comenzó la guerra de Bosnia, cuando podías ver el agujero negro de una bala en una pared o un cráter causado por un obús en medio de un campo. Imagina que alguien sobreimpusiera una fotografía en blanco y negro sobre un cuadro de Van Gogh y de esa forma podrás entender lo que uno siente cuando ve algo así. Esa falta de armonía provocaba una especie de shock visual. Te hacía sentir desgraciado y desamparado.
Este shock es lo que he tratado de mostrar en mi película. Por un lado un largo día de verano –donde la naturaleza es armónica y los colores vivos– y por el otro, los seres humanos y la negrura de su locura. Quería que ese largo día de verano reflejara la atmósfera de toda la película: los movimientos son pesados, los pensamientos son difíciles de entender del todo, el tiempo pasa lentamente y la tensión permanece escondida. Escondida pero presente. Cuando finalmente estalla es como los fuegos artificiales: ocurre de repente, de una manera ruidosa y muy rápida. Las panorámicas del paisaje se mezclan entonces, inesperadamente, con pequeños detalles de la acción. Esto dura unos instantes y luego la tensión desaparece de nuevo, a la espera de una nueva oportunidad para sorprendernos. Y el tiempo vuelve a transcurrir lentamente. Quería que la película estuviera repleta de contrastes y elementos inarmónicos. Pero también tenía que mostrar que la falta de armonía y el odio no son naturales y que no aportan ninguna solución. Leí en alguna parte que el amor lleva la armonía a un conflicto sin que ninguna de las partes se destruya. El odio hace justamente lo contrario. Si el odio fuera el principio por el que se rigiera nuestra sociedad no quedaría ningún tipo de oposición en el mundo. Pero, como el fuego y el agua coexisten, creo que es el amor el que dirige el mundo.

Los personajes de esta historia son bastante semejantes. Se trata de gente corriente, casi antihéroes, prisioneros en las garras de la guerra. Un soldado atrapado por azar tras una línea enemiga podría encontrarse perfectamente en el otro lado. Sólo su nombre sería diferente.

No estoy tratando de negar ninguna responsabilidad por las atrocidades cometidas durante la guerra de Bosnia. Nunca haría algo así porque por una parte hubo víctimas y por otra hubo gente que cometió crímenes. Pero el planteamiento de la película no es acusar; la historia no está señalando a los que lo hicieron mal. La cuestión es alzar la voz contra este tipo de guerras. Es mi voto contra la violencia de cualquier tipo.

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