La ciudad que convierte la lluvia en arte sigue tocada por los rayos de sol. Por las mañanas sus calles son regadas para refrescar el ambiente y las gentes se concentran principalmente en los alrededores de la Catedral con mayúsculas. Es por ello, por lo que me alejo adentrándome en otros escenarios de Santiago más tranquilos en estos meses de verano. Algunas personas caminan por el empedrado de Compostela, otras charlan tranquilamente con los vecinos o leen bajo las ramas de algún árbol benévolo. Hoy, jornada de descanso dominical, el mercado, que en el día de ayer estaba abarrotado, se disfruta en soledad; los puestos vacíos, las verjas cerradas, el silencio de un lugar no acostumbrado a tanta quietud. Una mujer mayor pasea con un gorro de piel por las soledadas calles. Un cruceiro de piedra grita en silencio su historia; la de una madre que lo pagó en recuerdo de su hijo asesinado. Y podremos escuchar tantos detalles como lenguas hablan...allá cada uno con lo que desee creer.
Durante el paseo observamos que las iglesias surgen a cada paso mostrándonos hermosos tímpanos góticos que aún conservan la policromía, frontones que representan el tormento infernal con las ánimas penando, y tantos otros secretos esculpidos en sus piedras. Seguimos caminando, ¿quién sabe?, sobre los restos de una población precristiana o sobre alguna tumba de anónimos que desearon enterrarse en los lugares sagrados para una mayor tranquilidad eterna. Encontraremos, seguro, a algún peregrino despistado y con aspecto bohemio que posiblemente tenga una experiencia digna de ser escuchada. Santiago invita a hablar, a compartir filosofías de vida después del camino. Igualmente cura a unos, a los otros, a los que están por venir...
Nota de Campurriana: me niego a hablar de A Cidade da Cultura en esta entrada...
Otra nota de Campurriana: aunque aparece en varias fotografías porque casi, casi, se puede ver desde todas partes...
:(
Durante el paseo observamos que las iglesias surgen a cada paso mostrándonos hermosos tímpanos góticos que aún conservan la policromía, frontones que representan el tormento infernal con las ánimas penando, y tantos otros secretos esculpidos en sus piedras. Seguimos caminando, ¿quién sabe?, sobre los restos de una población precristiana o sobre alguna tumba de anónimos que desearon enterrarse en los lugares sagrados para una mayor tranquilidad eterna. Encontraremos, seguro, a algún peregrino despistado y con aspecto bohemio que posiblemente tenga una experiencia digna de ser escuchada. Santiago invita a hablar, a compartir filosofías de vida después del camino. Igualmente cura a unos, a los otros, a los que están por venir...
Nota de Campurriana: me niego a hablar de A Cidade da Cultura en esta entrada...
Otra nota de Campurriana: aunque aparece en varias fotografías porque casi, casi, se puede ver desde todas partes...
:(
me encantan tus fotos de compostela. El texto es magnifico...
ResponderEliminarY debes hablar de la Ciudad de la Cultura, si. Yo que abominé de ella mucho tiempo he sido capaz de contextualizarla y, creeme, le he encontrado a su carencia de sentido, todo el sentido que le dará a la compostela de dentro de medio siglo... (no te asustes, no me he vuelto loco, algun día podré explicartelo con calma)
Amio, no te quito la razón y también he pensado que en algún futuro que nos venga le sacaremos alguna utilidad por muy bicharraca que sea esta construcción y por el lugar que ocupa, un tanto alejado del meollo compostelano. El problema es el presente en el que se precisan otras cosas, la finalidad corrupta de su creación, la incertidumbre de lo que se va a meter ahí, el dinero invertido en algo no meditado...o vaya si meditado...
ResponderEliminar(creo que estamos de acuerdo pero me encantaría escuchar tu opinión al respecto).
Por cierto, encontré a tu gato entre los coquetos escaparates de Santiago.
;)
Lindisimas estas fotos.
ResponderEliminarUn enorme abrazo.
y la calle Franco, en el Franco no se te ocurra ni entrar a tomar un vino, ni locos¡¡¡¡¡ que estan a la caza del turista
ResponderEliminarGracias, Cornelivs. El mérito no es mío, sin duda.
ResponderEliminarKpax, es curioso meterse en esa calle para ver el ambiente y poco más en estos días de apogeo del Xacobeo. No está recomendado, por supuesto, meterse en sus bares con una cámara colgada al cuello, claro...jejeje