La sonrisa del gato de Amio la encontré al fin en una de las calles santiaguesas. Allí estaba desafiando el caminar de los peregrinos que buscan un sentido a sus días.
¿Qué estará pensando ahora?
Seguro que nos sorprendería.
Seguro que nos sorprendería.
Recien regresado de vacaciones.
ResponderEliminarLeere poco a poco tus posts...!
:)
Un abrazo.
Me encanta ese gato. Y me encanta que seamos tantos los que compartimos afición por él. Deberíais comprearlo los que vivís por allí y convertirlo en el símbolo de la pandilla virtual. Cheshirinos que vamos siendo ;))
ResponderEliminarCreo que no se puede comprar, Justine. Lo imaginaremos siempre tras el cristal, con esa sonrisa que será la última en desaparecer del escaparate santiagués...
ResponderEliminarBellísimos gatos cheshiriños.
;)