Ni siquiera hay entusiasmo en las huestes del "no a la guerra", siempre que en ella participen los norteamericanos. El Sindicato Titiritero de Zapatero (STZ) ha justificado el alineamiento militar de España desde antes de la resolución de la ONU y del comienzo de los bombardeos contra Gadaffi como un "mal menor", es decir, como los países civilizados suelen considerar la política internacional. Siempre he tenido un profundo desprecio político por estos chequistas de media jornada, pero ahora el desprecio intelectual y moral supera en mucho al político. Bien es verdad que su caudillo intelectual, presidente del Gobierno hasta el 2 de Abril, está a la altura de sus mesnadas. Y que su sucesor es un Beria sin Siberia. En cuanto al PP, por una vez no cabe reprocharle nada porque nada ha hecho. Ni bueno, ni malo, ni regular: nada. Y casi es el único a la altura de tan penosas circunstancias, porque, no nos engañemos, estar machadianamente "a la altura de las circunstancias" en la guerra de Libia es optar entre zanjas y alcantarillas.
Siempre he defendido que la caída de un tirano siempre es buena si con ello no llega otro peor, cosa harto posible: Ho Chi Minh, Jomeini, Castro, Mugabe y cien más lo prueban. Creo que la intervención de las democracias occidentales a favor de las libertades en los países con regímenes totalitarios debe ser continua, basada en el apoyo a la población civil que se opone a la dictadura y sin excluir lo militar. Pero la capacidad y la eficacia someten a ese principio de injerencia humanitaria al arbitrio del cálculo a veces, razonable; a veces, abominable. Los Estados Unidos no invadieron Cuba –Kennedy dejó tirados en Bahía de Cochinos a dos mil cubanos voluntarios, pero reclutados y entrenados por ellos- y ojalá lo hubieran hecho. Pero, sea por el voto cubano-americano, sea por un cierto decoro democrático, al menos no son como el Gobierno de ZP, dedicado, como toda la patulea titiritera, a defender a Castro e insultar a sus víctimas.
En Libia, yo no creí posible el ataque a Gadaffi porque el desconcierto euroamericano en política exterior es total, sin paliativos, no sin consecuencias. A los dos días del ataque, lo único claro es la voluntad de Sarkozy, y de Francia, de probar donde hay que probarlo su condición de potencia mediana pero fiera. Contra lo que yo pensaba, el águila y el cóndor se escondieron detrás del gallo aunque finalmente la envergadura de cada uno mostrará su verdadera capacidad. Pero política, sólo la ha demostrado Sarkozy. Obama, Premio Nobel de la Paz, hace una guerra remilgada, porque la de Libia ya no sería heredada sino propia. Y sin los USA, desde las Malvinas, los británicos no toman nunca la iniciativa, aunque sigan siendo una potencia militar algo mayor y más fiera que Francia.
Pero da la impresión de que Francia –o al menos Sarkozy- sabe lo que quiere. Los demás, no. Y España, menos. No era necesario que ZP hiciera lo mismo que Felipe en la I Guerra del Golfo: mandar los soldados a la guerra. Le hubiera bastado hacer lo de Aznar en la II: mandar las tropas después de que los americanos la ganaran, para asegurar el cambio del régimen de Sadam Hussein. Pero el desertor de Irak se nos ha vuelto legionario en Libia, cuando no se sabe qué intereses tenemos allí pero sí sabemos que nuestra aportación no puede ser muy importante en lo militar, aunque en lo político-turístico podamos reeditar la conferencia de paz posterior, como hizo Felipe con Bush padre y Gorbachov. A ZP no le dejaría el Rey como a González bajar sin él la escalinata del Palacio Real, pero la intendencia de la paz, la bordaríamos. Potencia turística, sí somos.
Uno tiene la impresión -que, naturalmente, deben corroborar los hechos- de que Gadaffi es uno de esos perdedores cuyo destino está sellado no sólo por su presente sino por su pasado. Pero los que deben derrotarlo son, por decisión o dimisión propia, vencidos. Porque las democracias occidentales, ante el Islam y ante cualquier dificultad seria, se han rendido, aunque no sepan bien ante quién deben hacerlo. Ya están los USA pensando en dejar a Gadaffi en el poder tras derrotarlo, como hicieron con Sadam Hussein en la I Guerra del Golfo. Y los británicos, viendo las vacilaciones de Washington, están inquietos. La Liga Arabe ha protestado porque dice que la intervención, que acaba de empezar, se aleja de lo previsto, que a saber qué dirán ahora que era. Yo creo que lo sensato, ya metidos en harina, es acabar cuanto antes con Gadaffi y hacer administradora de la Libia Libre a Francia, mitad el Elíseo, mitad, si aún existe, el Club Mediterranée. El que parece dispuesto a asumir más responsabilidad es Qatar, el patrocinador del Barça, que anuncia el envío de cuatro aviones. Su publicista Guardiola, tan arábigo y cirenaico, sería un embajador extraordinario.
Visto en el blog de Federico
Qué tío. Es el más grande.
ResponderEliminarYa lo habia leido en su momento. toy completamente de acuerdo. imposible ser mas claro y revelador. un besote
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