8 de febrero de 2012

La más guapa de la ciudad (también de Sostres)


Campurriana ya está más animada y prueba de ello es que se ha puesto a buscar como loca una de hombres negros desnudos. De paso ha leído a Sostres y se ha comido un cocido de ésos que quitan el hipo con morcilla y todo.

Pues, sin más, os dejo con la columna y esta fotografía.

Feliz noche, navegantes.
:)



FUE la chica más guapa y más rica de la ciudad. Continúa siendo la más rica pero el tiempo ha pasado con su inevitable sentencia. Cuando la conocí tenía 20 años y supe al instante que si la tocaba me volvería de sal. La belleza, cuando más pura, más trasfondo tiene de atrocidad. Fuimos amigos hasta ese límite en que uno tiene que salir corriendo o entrar a matar. Opté por la estabilidad, en una de mis pocas decisiones sensatas. Al cabo de algunos meses un chico al que no conocía de nada llamó a mi portero automático. «Ella siempre me habla de ti, tal vez puedas ayudarme», y me contó que se conocieron pocos días después de que yo le dijera que no podía verla más. Él no tuvo mi miedo -quizá pueril- y la relación empezó y prendió, y cuando le regaló un anillo ella dijo que sí. Eso fue un jueves y el viernes se fueron a Londres a celebrarlo. Cenaron en Nobu, Park Lane. El resumen de la ciudad latiendo en la sala, camareras y camareros que te hacen dudar de tu condición sexual; en cada plato un punto angelical. Princesa tuvo, a media cena, necesidad de ir al baño, y al ver que tardaba en regresar, el prometido aprovechó para ir él también a vaciar. Mientras se desbebía escuchó unos gemidos que venían de uno de los compartimentos. El primero le hizo gracia pero el gesto se le torció cuando fue reconociendo el sonido y la respiración. Se quedó paralizado mirando a la puerta.

Después de la eclosión, el camarero negro que les había atendido durante lo que llevaban de velada salió con lo suyo todavía al fresco, «como una de esas gruesas butifarras negras con que mi madre le da gusto al caldo». Se la guardó, se subió la cremallera, un sorry, man para salir del paso, y volvió a su trabajo. Él también regresó a la mesa y se quedó callado el resto de la cena. Cada vez que quería decir algo le venía a la memoria la imagen negra y desmesurada. Pensó en quejarse al restaurante pero se sintió ridículo imaginando lo que tendría que contar.

Ella le lloriqueó, alegó locura transitoria, ese vulgar «no sé qué me ha pasado», y juró que jamás volvería a pasar. «Ya sé que es un disparate pero estoy demasiado enamorado para dejarla. Desde aquel día mi vida es un infierno. Pero tú me entiendes, ¿verdad?, no puedo dejarla». No supe qué decirle y sólo pude abrazarle como se abrazan dos hombres vencidos por una misma mujer. La respuesta exacta me la dio al día siguiente mi amiga Nuria Bermúdez. Entonces trabajábamos juntos en Crónicas Marcianas, y cuando el chófer que nos llevaba al plató pasó por delante de donde vivía Princesa le dije: «Aquí vive la chica más guapa y más rica de la ciudad». «No, Salvador», me corrigió, «si es la más guapa no es la más rica: es la más cara».

6 comentarios:

Pedro Ojeda Escudero dijo...

Me encanta que estés animada y que busques cuerpos...

Goyo dijo...

Normal, un buen cocido lo recupera todo. Me gusta verte mejor, más animada.

Juan Carlos dijo...

Ya sólo te falta el vinico y salir a hacer fotos. Justo lo que yo te dije. Y es que un cocido repone mucho.
Lei ese texto cuando lo publicó en el periódico y me gustó. Algo menos que el dedicado a la despedida de su mujer (no se si real o ficticia) pero también muy bueno.
Salu2

Campurriana dijo...

Gracias a todos. La verdad es que parte de "culpa" la tenéis vosotros.

Feliz tarde-noche que se aproxima.

El Náufrago dijo...

Campu,

Al fin y al cabo, pensándolo bien, la vida tiene más atractivo con un buen cocido surtido de morcilla que todas esas 'historias' con las que pretenden entretenernos con otros 'alimentos', sin chicha ni limoná.

"Primum vivere..." Primero vivir, luego ya filosofaremos, decían los de antaño.

Me gusta que disfrutes de un buen cocido con el frío que ahora nos congela. ( Acabo de llegar de sitios de muchos 'bajo cero')

Campurriana dijo...

Náufrago, ya se te echaba de menos en la blogosfera. Seguiré tus andanzas...

Por cierto, Juan Carlos, creo que al final lo de esa mujer a la que se dirigía Sostres quedó en un susto. Según he leído por ahí, claro... Esperemos que, al menos, se haya dado cuenta de muchas cosas. A veces los sucesos más duros de la vida son los más enriquecedores...