2 de marzo de 2012

Enfado monumental actual





Lo malo de vivir en la realidad, de tocarla con las manos, de sufrirla en carne propia...es que a veces es más dura aún que la otra mostrada en los medios de desinformación. Y no porque sea más dura realmente sino porque, de alguna manera, los que se pueden aprovechar del espectáculo mediático exprimen más, si cabe, a los que tienen a mano que lógicamente son los que menos margen de maniobra poseen a la hora de defenderse.

Hace poco, cuando estaba el PSOE en el poder con Rubalcaba a la cabeza también (no lo olvidemos), se redujeron sueldos indiscriminadamente, se aumentó el IVA, se lamieron las manos de los bancos amigos por no decir otra grosería, se recibió pasta y también se dio por aquello de "que no hablen mal de mi" en el periódico de turno en el que, por mencionar algo concreto, cada cierto tiempo sale el director Zutanito con un artículo populista a más no poder y no carente de razón en muchos puntos, pero hipócrita al fin y al cabo por la "calidad" de la pluma que lo escribe.

Al final uno no sabe si la realidad que vive o cree vivir es de verdad real o inventada por manos manchadas de sangre; porque la sangre se puede vestir de muchos colores, incluso del transparente de las lágrimas.

Ahora, con la derecha en el poder, a unos cuantos que antes apenas gritaron por las medidas tomadas por el anterior Gobierno, les han entrado unas tremendas ganas de salir a la calle. Es curioso, la verdad. Curioso y sospechoso a su vez. Y no es que yo defienda a unos o a otros porque creo que la situación está como para algo más que salir a las calles a protestar. Pero éste ya es otro cantar de cantares y por mi enfado monumental actual no seguiré por aquí. Al menos de momento.

Acabo de ver fragmentos de las cadenas televisivas que nos cuentan sus realidades convertidas ya en caricaturas patéticas. Entre las bolsas de sal con canicas de las que hablan unas y la reforma laboral fruto de la derecha más cruel de la que hablan otras,  no sé con cuál me quedo. Creo que no hallaré promedios esta vez. Saldré a la calle, abriré los ojos, escucharé el sonido de los callejones, de los bares, miraré las cartas de precios y seguiré caminando, abriendo ventanas...nunca cerrándolas.

De momento no puedo entrar en los museos. Es como si el Arte se hubiese convertido en una mancha de pintura difuminada sobre lo que pretendía ser un paisaje de cualquier rincón de este país.

4 comentarios:

El Náufrago dijo...

Se te entiende todo, Campu, y seguramente son muchos los que piensan así, a menos que se venden los ojos , se tapen los oídos y vivan en un limbo o en cualquier 'cofradía'

Es cierto que todo eso que citas y mil cosas más es de lo que estamos rodeados, pero también tenemos la posibilidad de salir de ese cerco y hacerse cada cual su trocito de espacio de 'vida'.

No podemos estar eternamente a merced de lo que hacen y mucho menos de lo que dicen, porque nos volverían tarumba.

Buenas noches

Campurriana dijo...

Lo sé, Náufrago. Sé que últimamente utilizo el saloncito como desahogo frente al mundo. No puedo evitarlo. Veo muy cerca demasiadas injusticias. Y saberlas no es igual que vivirlas...

Prometo encontrar algún cuadro libre de manchas difusas.

Pedro Ojeda Escudero dijo...

Entra en los Museos. El arte es la mejor forma de comprender lo que está ocurriendo.

Campu dijo...

Pedro, he comenzado a hacerte caso...
Gracias.