Fue una de las últimas imágenes del verano. Solitaria se encontraba sobre las rocas de una playa ya desierta. El sol era su único compañero y el último antes del largo invierno. No temía por ella. Temía por todo lo que podía surgir a su alrededor...
27 de septiembre de 2012
6 comentarios:
He tenido que habilitar de nuevo la moderación de comentarios. En este blog se admiten todo tipo de opiniones pero con argumentos y con respeto hacia las demás. El insulto y las malas formas no caben en este lugar. Si entras aquí con esas intenciones, no serás bienvenido.
Los anónimos han venido en forma de spam solamente, durante estos últimos meses. Me veo obligada, por lo tanto, a bloquearlos.
Siento que tenga que ser así.
Gracias.
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Las corazas permiten sobrevivir a las inclemencias pero quizá te impidan disfrutar del sol.
ResponderEliminarsencilla y bella
ResponderEliminarHacía bien en temer...
ResponderEliminarHermoso pensamiento, y atinado. Parece que amenaza de nuevo el cemento... Besos.
ResponderEliminarNo siempre. Pero, a veces, las conchas son lugares más agradables que el cielo infinito...
ResponderEliminar¡¡¡Que bonito!!!
ResponderEliminarAhora ya se lo que es.
Besitos.