25 de diciembre de 2012

Dedicado a...

Subió los escalones con la furia de un niño enfadado. Se escondió bajo las sábanas antes de que entrase la luz del pasillo encendido tras el paseo de su madre hasta la cama. El rostro sereno de ella contrastaba con la fuerte respiración de su cuerpo. Con sólo mirarlo supo tranquilizar su estado de ánimo. No hicieron falta palabras. Sólo mirarlo.

Dedicado a todas aquellas personas que una vez nos enseñaron tanto. Incluso, a veces, sin llegar a conocerlas.

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