Siempre me ha sobrecogido el anhelo humano por echar gente a los
leones. El maquinista del fatídico tren de Santiago ha sido lapidado y
crucificado desde el primer momento, sin esperar un minuto y sin la más
elemental precaución de conocer los detalles de la investigación. Bien
es cierto que el buen hombre desde un primer momento asumió sin ningún
tipo de excusas su responsabilidad en el siniestro, algo insólito en
este país y que indica la grandeza moral de la persona,
independientemente de su terrible error. Ni siquiera mencionó en su
descargo la conversación telefónica que estuvo manteniendo con el
control de tráfico ferroviario hasta el momento del accidente.
Conversación en la que tuvo que consultar planos del trazado y que pudo
ser el origen de su distracción. Tampoco esgrimió las medidas de
seguridad que deberían advertir de un error humano como ése.
Él,
con una integridad que sobrecoge, asumió su culpa. Porque
independientemente del resultado del proceso penal, él ya es culpable
ante sí mismo, sin excusas y sabe que está condenado a conducir para
siempre un tren fantasma cargado de muertos. Un muerto viviente que no
tiene quién le llore.
Éste es un enlace relacionado también con el accidente de tren. He pedido permiso a su autor para colgarlo en el saloncito. Lo leí hace ya unos días...
Poco a poco, se recuperará la normalidad. Incluso las personas más afectadas la recuperarán; una normalidad "con ecos"; como todas las normalidades que se crean a partir de las desapariciones más duras.
Parece que sale el sol ya por Compostela. Tímidamente.
Gracias, Kiko.
La gente, cuando sufre, necesita culpables, desgraciadamente.
ResponderEliminarUn hombre solo no puede ser responsable. La responsable es la compañía por no tener medidas de seguridad.
Pero ahora la lían con que hay que vender el AVE a Brasil...Vivimos en un país muy raro y cómodo. Pensar da mucho trabajo.
Me duelen todas las víctimas (el maquinista y los vecinos de Angrois también lo son), pero los padres que han perdido a sus hijos han iniciado un durísimo camino, porque estamos acostumbrados a la ley natural y nunca esperamos que los más jóvenes nos abandonen.
Eso no lo borrará el tiempo.
María Jesús, quería subrayar el asunto de los juicios rápidos que hace la gente. Sin conocerse datos, ya era culpable el hombre sin más. No se tuvieron en cuenta las declaraciones hechas justo después del accidente, con el impacto emocional que lleva consigo, ni los sistemas de seguridad que se emplean en los trenes.
ResponderEliminarNo le eximo de responsabilidad tampoco. Pero hay que hablar con cautela y, como dice el texto de Kiko, este hombre está condenado a conducir para siempre un tren fantasma cargado de muertos, ocurra lo que ocurra...