5 de diciembre de 2015

Escribiendo...

Mientras golpeaba la puerta, lloraba sin parar. No era verdaderamente consciente de lo que se le venía encima. Era el final. El final de toda aquella vida, que una vez estuvo plena de esperanza y de sonrisas, y ahora era simplemente un lecho de muerte permanente, una sombra fría que la heló para siempre. Como permanentes eran todas esas lágrimas derramadas sin sentido. Porque el sentido huyó un día por la puerta de esa vieja cocina y ya no regresó jamás. Ella lo intuía y, por eso, se dejó llevar. En el fondo, lo estaba deseando...

3 comentarios:

Chaly Vera dijo...

Cenicienta y sus problemas domesticos...

Douce y el Náufrago dijo...

Reflexiones, Campu.

Seguiremos pensando. Que empiece bien el lunes..

Campurriana dijo...

Chaly, por llamarlo de una forma suave... No quiero pensarlo. Tiene que ser durísimo.

Nau, el lunes ha sido tranquilo aunque no haya hecho puente. Se ha quedado tarde de casa. Con lluvia y viento fuera. Y frío.

No hay mejores tardes para pasar en casa que éstas.
:)