22 de febrero de 2016

La telebasura de antes...



Como nostálgica empedernida que soy, añoro a esos protagonistas con neuronas y, además, con neuronas especiales, únicas, ricas y riquísimas, aparte de cojoneras. Son ellos como una deliciosa magdalena que llora por ser devorada, sabiendo de antemano el inmenso placer que provocará en boca desconocida.

Dejaré de escribir para permitírselo a ellos. Umbral ha venido a hablar de su libro y tiene toda la razón del mundo. A Cela... A Cela, con su permiso, lo dejaremos para más adelante. Ambos merecen ser protagonistas únicos de sus entradas.

Disfruten y lean.
Lean y disfruten.



domingo, 1 de mayo de 1988
Tribuna:LA ELIPSE

Influencias

 
Lo escuché ayer en un bar/chaflán de Serrano:-Los cien años de honradez se han quedado en una semana de buena voluntad.

Pues no señor, pues no es así. Por la fuerza natural de las cosas, resulta que hay más políticos de derechas que del PSOE enmarañados en el tráfico de influencias. Normal. Están en su terreno.
-¿Y por qué se empeñan en hacer noticia de lo que no es noticia, don Francisco? -me pregunta Pedro, el jardinero de mi dacha, con el que tengo muchos párrafos horticultores, pero poca cosa de política-. Mayormente los papeles, digo, y mejorando lo presente, que usted anda en ellos, y no poco, salva sea la parte.

Razón que le sobra a Pedro. Uno mismo está contribuyendo, con esta columna, a hacer noticia de lo que es una sabiduría mostrenca del pueblo español, el más iconoclasta y reservón de Europa: que los políticos trafican con influencias. Uno, a estas alturas de la Liga, y yendo el Alcoyano como va, siempre ha dado por supuesto que los políticos profesionales no están ahí para salvar la patria (que se salva sola, aparte de que no sabemos qué cosa sea la patria), ni para montar Quintos Centenarios ni otras romerías, ni para arruinar al Estado alquilándole a Thyssen un museo mediante renta de escándalo, ni para traer al Papa, dar sobre a los parados, abortar feministas o dejar que gobierne el pueblo, que es tan conservador.

Los políticos están para el tráfico de las cosas (tráfico de armas, de influencias, de premios, de castigos, de ideas, de empresas, de inmobiliarias, naranjas, revólveres y aprobados en Derecho Romano), y lo que hace falta es que el tráfico sea bueno, fluido, alegre, beneficioso, próspero y grato para todos, como lo viene siendo en Inglaterra (Ronson), Francia (Chalandon), USA (Deaver) y en este plan. Las grandiosas democracias del mundo viven de eso, viven en/ por/sobre eso. La encuesta o sofemasa que se quiere hacer aquí y ahora sobre el tráfico de influencias es tercermundista y supone olvidar la primera parte de la definición de Churchill: "La democracia es el menos malo...". Etcétera. De modo que allá van los Íñigos, ferrados y campestres; los Osorio, alfonsinos y cántabros; los Orozco, arqueros y aImerienses; los Argüelles, vascos y euros; los Lapuerta, quinteros de quinta o finca; los Grallas con agallas; los Suárez/ Urbis; los Arespacochaga, municipales, senatoriales y guipuzcoanos; los Clavijo, batalladores; los Torres (granaínos o granadís); los Monteros, siempre pardos como gatos nocturnos; los otros Íñigos, cristianos y lataillades; los Zunzunegui, vallisoletanos y soldados; los Segurado, liberales y sefisas; los Castedo, inmobiliarios y Woody Allen; los Martínez, carreteros y vices, y más Suárez y más arqueros y más guerras y más zunzuneguis y más íñigos y más madera. Salen más de derechas que de izquierdas, pero es porque hay más. Las estadísticas conspiran contra la gente bien. Las sofemasas ya se sabe que se hacen contra la pomada y le gratin gratiné. En cualquier caso, siempre hay más ricos entre los ricos que entre los pobres.

Pero la política, insisto, está para eso, para fluidificar el tráfico de influencias y, así, los modelos democráticos de sociedad, tantos en Europa, no suponen sino un delicado equilibrio entre el navajeo y la beneficencia. Sólo es propio de españoles poner el grito en el cielo de la calle Alcalá, con un ángel de la Unión y el Fénix, porque resulta que los políticos no se dedican a salvar almas, curar parados, aleccionar tontos graves, redescubrir América cada cinco años y alfabetizar ancianas.


Os recomiendo, por cierto, este programa relacionado. Me gustó verlo y, una vez más, eché de menos Los 80.
 

6 comentarios:

Douce y el Náufrago dijo...

¡Pero seremos idiotas! (Perdonen) Digo “perdonen” y debería decir “servidor” porque no sé cuántos idiotas tragamos. Lo que quiero decir, y encima lo hago mal, me estoy tragando no sé cuántos meses de Pepeses, Pesoes, Podemos, Compromíses , los Izquieras, no sé si Unidas o separadas y demás elementos...

¡Cuántos tiempos estamos perdiendo cuando tenemos que centrarnos en aquello que nos llama, a lo que de verdad debemos 'ser”, 'vivir”, “sentir”, crear un rinconcinto donde descansar...

Buenas Noches: Tengo a Berta a mis pies, esperando ir a su cama

¡Enfin! ¿Por qué estoy perdiendo horas en «NADAS»?

Campurriana dijo...

Yo intento alejarme, Nau. Por cierto, ¿tenemos ya Presi?

Chaly Vera dijo...

Repartir la torta no es cosa de un dia,hay que fijarse que no entre uno de derechas y contagie su mal.

Pedro Ojeda Escudero dijo...

La diferencia es quién produce la basura de la tele. No es lo mismo la de Umbral o Cela que la de Belén Esteban, con todos mis respetos a esta...
Besos.

Maribel dijo...

Yo no es que eche de menos los ochenta, lo que me sobra es tanto ruido en la televisión. Me sobra tanto tertuliano de profesión que no se sabe muy bien qué clase de méritos habrá reunido para hacerse escuchar de esa manera y con esa insistencia... Todos muy ufanos hablando de unos políticos que no están a la altura y arrojando más leña o más humo a la enrevesada situación.
La cuestión no es tanto que no me interese qué dicen, si no quién lo dice.
En los 80 también había basura en formato impreso, televisivo y musical, solo que nuestra memoria a veces funciona como un filtro de lo más generoso.
Hay que sacudirse la pereza que nos mantiene pegados al sofá y dirigir la mirada a lo que realmente nos importa. (Me lo voy a aplicar desde ya!).
Feliz semana!

Campurriana dijo...

Chaly, los apellidos "derechas" e "izquierdas" están demodé. Ahora debiéramos decir "los que roban", "los que no roban", "los que gobiernan" y "los que desgobiernan". En fin...yo considero que lo de repartir la torta...la torta teníamos que dársela a ellos. A casi todos. Es triste ya que nos aburra esta situación. Muy triste, si lo pensamos.

Pedro, las locuras de Umbral o Cela siempre aportaban algo...un surrealismo que yo recuerdo delicioso, divertido...profundo, incluso. Yo sí añoro esos programas que provocaban sonrisas y ternuras. No puedo evitarlo.

Maribel, mi memoria entonces debe de fallar como una escopeta de feria. Había basura ochentera pero era otro tipo de basura. Nuestra ingenuidad televisiva ayudaba. La de los protagonistas también. Los 80 fueron pura invención, pura creación. Estaban los espectáculos preparados pero no tanto y la prensa del corazón...hasta recuerdo a la prensa del corazón de otra manera...
Esa inocencia ya la hemos perdido todos. Algunos ni nacieron con ella ya... ¡Qué penita me dan!

Yo la televisión sólo la uso para lo que me interesa. Es lo bueno de poder seleccionar cuando uno quiera, en horario y calendario, los contenidos. Los tertulianos de profesión son aburridos hasta la saciedad y creo que con lo poco que les he escuchado, ya les he escuchado bastante.

¡Bendita basura de los 80!