El viejo despertador destripó un ruido metálico que lastimó el sopor de la alcoba y atravesó el desorden de la casa rebotando en las paredes de rasilla, retumbando en la última habitación vacía, temblando en los cristales de las viejas ventanas, chirriando en las oxidadas bisagras de los viejos maineles, perdiéndose en el largo pasillo de altos techos. Eran las seis de la mañana. Un tiempo de reloj destartalado tronaba en una pesadilla. El hombre encendió una pobre luz colocada en una mesilla redonda repleta de cachivaches. Poco a poco se incorporó sentándose en la cama y apretándose la cabeza con las manos: le iba a estallar. Estaba aturdido, en la garganta de lija se estrujaba el alcohol de la noche anterior, y de la otra..., el alcohol de todas las borracheras de su vida le subía a la cabeza explotándole en la cara con una náusea agónica. Iba a vomitar.
Fragmento de "Conacho" de Guillermo Ferrández Rivera.
La historia de un Ferrol ya vivido, ya sentido de una forma intensa y dura...la dureza de una época que se ahogaba en alcohol y en la música de las tabernas de la ciudad, en el miedo a hablar, en el miedo a amar y a ser libre...
ResponderEliminarHuir de un lugar hacia lo desconocido, hacia esas Américas repletas de promesas y de terror; el terror a no volver, a cambiar, a que cambien...
Realmente me ha gustado mucho esta manera de contar las aventuras y desventuras de unas vidas marcadas por el silencio impuesto, por la falta de recursos y la falta de libertad...
Novela escrita desde el conocimiento cercano de esta situación.
Mi felicitación a Guillermo Ferrández.