5 de octubre de 2008

Y, de nuevo, "El niño con el pijama de rayas"...

Dedicaba una entrada al libro que lleva este título ya hace algún tiempo. Ahora, después de leerlo en un momento en el que desconocía el éxito que iba a tener posteriormente, he ido a ver la película realizada por este motivo económico.

Una historia que empieza sin fuerza en la gran pantalla y que va cogiendo forma a medida que pasan los minutos. Una mujer que se deja embaucar por grandes uniformes y hogares caros para aterrizar de golpe en una realidad muy cercana que huele. Una hija en edad moldeable y la mirada de un niño de ocho años que observa el duro mundo que le rodea sin entenderlo aun, y ese padre que lucha por su nación y que lucha contra una conciencia que aflora en el momento más inesperado...

No es un peliculón pero se puede ver y, preferentemente, sin niños.

3 comentarios:

  1. No recuerdo la frase que encabezaba la película pero la forma de describir su sentido me pareció muy acertada...

    Se mencionaba la infancia antes de la llegada de la oscura hora de la razón...

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  2. Buenas noches,

    Leí hace poco el libro, con un poco de recelo todo hay que decirlo, pensando que sería para adolescentes... (Se lo habían regalado a mi hija) La verdad es que me enganchó y casi me lo leí de un tirón.

    Me negué a ver la película, sin saber cómo sería. Para mí el encanto, la 'exploración' de Bruno, me fue suficiente y quise conservar ese encanto que me había producido la lectura.

    Boas noites, Campurriana

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  3. Lo cierto es que es muy difícil superar en la pantalla lo que un lector ha podido imaginar tras las palabras de un libro...

    Se trata de un "cuento" que quizá suavizan los ojos de un lector joven por esas horas que preceden al momento oscuro de la razón.

    En cambio, la película tiene las imágenes explícitas y, en mi opinión, un gran final que no pienso desvelar por si las moscas. Por este motivo, es película de adultos a pesar del niño protagonista...

    Felices sueños para tí también, Náufrago. Y para todos.

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