Un accidente de tráfico en una autopista suele colapsar la circulación en ambos sentidos. Unos se encuentran con el escollo propiamente físico. Y los otros, los que tienen vía libre para circular, levantan el pie del acelerador y se rinden ante una necesidad psicológica. La de mirar. Es un instinto primitivo. Restos del corazón de la manzana de Eva. Una llamada ancestral del olor de la sangre. Allí, escondido bajo una pátina de supuesta curiosidad filantrópica, duerme el morbo.
El agitado tráfico mediático está provocando auténticos atascos de conciencia. Trombos derivados de un catálogo del morbo. En la revista O.K. , Jade Goody, ex concursante del Gran Hermano británico, vende su muerte al diablo. Es una enferma terminal de cáncer que decidió poner en el mercado los últimos estertores supuestamente felices de su vida. Boda entre lágrimas y luna de miel con poso amargo. En un programa de televisión español se hacen cruces ante tal monstruosidad. Es la evidencia de que el tiempo y las convicciones se mueven a velocidad de vértigo. En ese mismo plató fue entrevistada hace solo unos días la novia del presunto asesino de Marta del Castillo. Una menor. No importa. Se tolera menos una colleja de madre a un chaval rebelde que despellejar a un niño al calor de las cámaras.
La excusa que justifica todo esto es tan barata como irresponsable. La audiencia. Es lo que quiere la gente. El espectador tiene la palabra. Pero son otros los que manejan la parrilla e incluyen la casquería en el menú. Los que colocan el morbo en la orilla del camino más transitado para que todos giren la cabeza.
Como la vida sigue sin Marta y seguirá sin Jade, la presentadora de un talk show vespertino plantea una propuesta más liviana, pero prometedora: «Si crees que tu hermano envidia todo lo que tienes, llama al 9...».
"Colapso". Mariluz Ferreiro. La Voz de Galicia.
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