Las miro y me pregunto por qué no están fuera enfrentándose a la realidad que no pueden tocar a causa de los muros y las rejas que las protegen. Quizá esté equivocada pero sigo sin creer en ese poder de las mentes que solicitan el bien, en el poder de las manos unidas y no abiertas a los problemas que pasean cerca de sus conventos-burbuja.
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