Esta mañana me he levantado tarde. He ordenado la habitación y he desayunado tranquilamente con la radio acompañando el crujir de las tostadas con mantequilla y miel y el cálido sabor del café recién hecho. Cuando la he encendido ya se escuchaba la conversación empezada de una oyente del programa con un, aun más joven, Sánchez Dragó que conversaba con ella animadamente. Por lo visto ya se conocían. Fue un reencuentro radiofónico en el que ambos recordaban con cariño tiempos vividos. Con cariño y, sobre todo, con la ilusión de una juventud aprovechada. Sus caminos se separaron como inevitablemente se separan muchos. Lo mágico de la vida son esos reencuentros inesperados. Los que, quizá por alguna razón, se producen años más tarde...
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Siento que tenga que ser así.
Gracias.