Fuente de la fotografía: Sociedad fotográfica de Gipuzkoa
Fue hace unos días cuando los conocí. Se trataba de una familia que había adoptado a dos niños de Etiopía. Llevaban seis meses en España. El niño tenía seis años y en un primer contacto se mostró tímido, incluso asustado o desconfiado. La niña tenía cinco y su cara reflejaba una felicidad plena provocada por los mimos de la mujer que la llevaba en brazos. Finalmente, nos preguntaron en un castellano increíblemente casi perfecto, cómo nos llamábamos y poco a poco empezaron a soltarse y a contarnos cosas sobre su vida en nuestro país. Su carácter despierto y sus ojos brillantes hablaban por sí solos. El niño nos dijo de carrerilla el nombre de sus ocho hermanos. Se quedaron allí, nos comentó con una repentina tristeza. En África no hay agua, no hay comida, no hay hospitales. Yo quiero trabajar para tener comida y agua. Aquí si pides agua te la dan. Allí no. Tenía los recuerdos aun muy frescos y seguro que nunca los llegará a olvidar. Parece ser que los encontraron en un orfanato. No se sabía nada de sus padres ni de sus hermanos. Una matanza, una epidemia...quién sabe...
A pesar de todo, ellos son unos niños afortunados.
A pesar de todo, ellos son unos niños afortunados.
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Siento que tenga que ser así.
Gracias.