El otro día tuve la oportunidad de leer un pequeño debate sobre el Islam (de diciembre de 2007) en el blog de Cornelivs:
¿Es el Islam compatible con la Democracia?
¿Es el Islam compatible con la Democracia?
Dejo aquí un fragmento y, si os interesa, podéis seguir leyendo...
El mundo musulmán comprende hoy a mil cuatrocientos millones de personas. El 81 por ciento vive en 57 países que tienen mayoría musulmana. Sólo cinco de ellos están clasificados como países “libres” por la Freedom House. Esos cinco países son: Benín, Guyana, Malí, Senegal y Surinam. Ninguno de los países árabes se considera libre o democrático. En el mundo musulmán, el poder de consumo per cápita es, aproximadamente, de 3,700 dólares, comparado con los 28,000 dólares del mundo desarrollado. La suma combinada del producto interno bruto de estos 57 países musulmanes es menor que el producto interno bruto de Francia. El producto interno bruto de todo el mundo árabe es inferior al de España. Cuarenta y siete por ciento de los musulmanes son analfabetos, no pueden leer ni escribir, nunca han asistido a la escuela. Hay, por lo tanto, una crisis de conocimiento en el mundo musulmán. El árabe es el idioma de casi trescientos millones de personas, pero anualmente se publican más libros en griego, idioma que sólo hablan quince millones de personas. Sólo hay quinientas universidades en el mundo musulmán, comparadas con las cinco mil que hay en Estados Unidos y las ocho mil que hay en la India. Ahora, ¿se encuentra el mundo musulmán en medio de una crisis material, política, social, sociológica, tecnológica? ¡Desde luego!
En cuanto a Egipto, he leído en El País las siguientes palabras:
Ni en la oposición ni en el sector oficial he visto todavía un ingrediente vital para que salga bien: unos interlocutores organizados y creíbles para negociar la transición. Es cierto que en la plaza de Tahrir ha surgido un embrión de organización. Con Ghonim, los manifestantes tienen a un personaje que es un símbolo y podría llegar a ser un líder. Pero da la impresión de que todavía falta mucho para una alianza de las fuerzas opositoras capaz de canalizar la presión popular hacia la mesa de negociación. En el bando oficial, habría que dejar paso a un gobierno provisional encabezado por alguien que sea aceptable para todos (o al menos casi todos) los bandos, alguien como el viejo y astuto Amr Moussa, secretario general de la Liga Árabe. Solo cuando coincidan esos dos elementos podremos empezar a confiar en que la revolución egipcia está en el buen camino.
Timothy Garton Ash es catedrático de Estudios Europeos en la Universidad de Oxford, investigador titular en la Hoover Institution de la Universidad de Stanford. Traducción de María Luisa Rodríguez Tapia.
muy interesantes las cifras que nos das. hablan por si solas. me ha gustado conocer esta informacion, podre utilizarlas en proximas conversaciones sobre el tema. gracias por visitarme, siempre es un gusto. un beso
ResponderEliminarHola, Campu
ResponderEliminarLos datos son muy ilustradores y nos ayudan a comprender unas 'realidades' cuya base se entienden un poco mejor que cuando sólo vemos las imágenes a las que estamos asistiendo y las que vendrán.
Reflexionando sobre esos datos y volviendo la vista a nuestra 'realidad', es para seguir pensando por qué nos 'autodestruimos', peleando los unos contra los otros, con las muchas cosas que tenemos y no sabemos utilizar correctamente.
Gracias por ayudarnos a pensar.
Es cuestión de tiempo.
ResponderEliminarComenzando por Egipto, estoy totalmente de acuerdo con el análisis del autor. En estos momentos, la moneda está en el aire y es imposible saber si va a ser cara o cruz. Tengo para mi que se ha cantado victoria con demasiada precipitación. Quizás las presiones norteamericanas e israelí puedan decantar el asunto pero, desde luego, los israelíes no están nada tranquilos.
ResponderEliminarEn cuanto a la compatibilidad del islamismo con la democracia, los datos son claros.
Saludos.
Feliz tarde de domingo, amiga.
ResponderEliminarUn abrazo.