En el monasterio de Santa Lucía (Zaragoza), todo está preparado para festejar la patrona. Huele a coliflor cocida. Tocamos un timbre, pero el portón está entornado y entramos sin esperar. “¿Vienen a ver a Isabel Guerra?”. La voz suena en el hall sin presencia alguna. Nos miramos: ¿eh? “Sí, ustedes, ¿vienen a ver a Isabel Guerra?”. Nos habla una persiana de madera clara, sin rostro ni luz. Y nosotros, sí, sí. “Pues crucen el refectorio, llegarán a un vestíbulo con tres puertas, abran la de la izquierda, entrarán en otro vestibulillo; sigan y, al fondo, encontrarán el comedor: allí les espero”. La voz. Isabel Guerra es una monja de aspecto convencional, de siempre, menuda e ingrávida sobre sus botas tobilleras, edad indescifrable (Madrid, 1947) y tez translúcida apenas moteada de alguna rojez sin disimulo. Hubo un tiempo que para pintar viajaba, haciendo uso de una bula papal, pero ya no: prefiere el silencio del convento, donde pinta a sus muchachas, cándidas y bellas, imágenes hiperrealistas, como fotos, sobre fondos abstractos o figurados, como papeles pintados.
Hoy, en Libertad Digital, aparece esta noticia...
Sobre el objetivo de sus lienzos, esta religiosa asegura que buscan ser carta abierta a los hombres y mujeres de este tiempo, cuyas tumultuosas aguas forman imponente cascada que cae sobre el cauce estremecido del tercer milenio...
Lo cierto es que esta mujer tiene unos trabajos realmente maravillosos, yo acabo de quedarme pasmada, aún no los habia visto.
ResponderEliminarBicos!!!
Conocía por algún reportaje y por Internet a esta pintora. Sólo hay que ver cualquiera de sus obras para darse cuenta de su genialidad.
ResponderEliminarPor desgracia ahora el convento donde vive y su persona es noticia por temas mas terrenales, robo de dinero, grandes cantidades...
Abrazos.
Sí...
ResponderEliminarMe quedo con la pintura, que es lo que me da las satisfacciones de todo este lío...
A mí también me sorprendió su trabajo.
Me gustaron sus cuadros la primera que tuve el placer de descubrir su arte plácido y luminoso y hasta dejé en la isla una referencia: monja y pintora
ResponderEliminarHe leído la historia del robo en el monasterio. Un robo en un monasterio de monjas de clausura y por una cantidad que puede parecer demasiado para 20 monjas, sé que tiene mucho morbo.
Hay gente que está esperando 'noticias' como ésta. El resto de lo que hagan en su vida dedicada al silencio, al trabajo, a sus creencias, a muy pocos les interesa... Pero unas bolsas con billetes de 500 euros, eso les da para muchas preguntas. Personalmente no me da ninguna.
Lo único que la noticia me ha recordado son los cuadros de aquella niña rebelde que un día entró en un convento y allí empezó a satisfacer su otra vocación: la pintura.
La presentación que recibí y colgué en la isla, ha atraído a más de 4000 visitantes a ese pequeño museo.
Hoy la he vuelto a cobijar en otro 'museo', sobre todo porque además de volver a ver esas imágenes de luz y sosiego, puedo oír la voz de Nana Mouskouri
La veré y escucharé con calma, Náufrago. Ahora me voy a acostar porque ha sido un día muy laaaaaaaaaaaargo...
ResponderEliminarFelices sueños.