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Hoy, al fin, creo que he encontrado esa columna de Vicent sobre la invisibilidad de las mujeres de cierta edad que mencionábamos en entradas anteriores. He querido poner en el post una fotografía de un trasero turgente y buscando, buscando, me he topado con una exposición que se hizo ya hace algunos años sobre culos. Dejo aquí un vídeo relacionado para que os hagáis una idea...
Y, ahora sí, también cuelgo en el saloncito la columna de Manuel Vicent por si os interesa:
SEDUCCIÓN
Hay un tiempo de seducción que se desarrolla desde la pubertad hasta los 40 años aproximadamente y que coincide con la posibilidad de cumplir el único trabajo serio que ha encomendado la naturaleza al género humano: transmitir genes de mejor o peor calidad, dejando el espíritu aparte. La seducción se convierte en un maravilloso espejo. Dentro de su campo magnético se establece un juego vital en el que participan carnes frescas y similares. Existe un buen gusto básico entre los cuerpos. Cuando la gente está en la edad ideal de la procreación, algo sólido sucede en el aire alrededor de sus caderas. En el momento en que una pareja atractiva se cruza en un lugar, bien sea en la iglesia o en el cabaret, se produce un griterío interior: ¡para mí!, ¡para mí!, ¡para mí! y ese bullicio no es sino una bronca subasta de óvulos y espermatozoides que se rige por la ley del más fuerte. Mientras esa lucha perdura en la oscuridad de las vísceras respectivas fuera reina la fascinación. Una chica espléndida entra en un pub y los hombres interrumpen la conversación. Un joven atractivo llega a la reunión y todas las mujeres se ponen en estado de alerta. Enseguida se crea un aura dentro de la cual hay una red de miradas cuyo único objetivo consiste en cazar. Pero llega un momento en que la seducción se acaba. Decía Ortega: a cierta edad no es que las mujeres no te miran, es que no te ven. También un día aquella mujer que fue tan hermosa se vuelve invisible. Abandonar el espejo de la fascinación con serenidad es una muestra de sabiduría. Tratar de prolongar la seducción más allá del tiempo reglamentario es una de las torturas más terribles. Cuando estás en un cóctel con la copa en la mano y sabes que no despiertas ya interés en los ojos de nadie puedes darte por acabado. Las miradas pasan a través de tu cuerpo sin dañarlo y van hacia otro cuerpo sólido que está detrás de ti. Hay que aceptar con resignación pagana el momento aciago en que tu espejo se rompe para convertirse en un cristal transparente.
Ideal para un sábado noche.
ResponderEliminar¿Qué sería de la humanidad sin la seducción, el sexo, el deseo? Ya habría desaparecido hace siglos eso que llamamos 'género humano'.
ResponderEliminarEl culo y el embés o haz - según se mire- son dos motores que se complementan con otros arti-lugios para que la máquina funcione.
La verdad es que estas 'invitaciones' tienen mejor acomodo en fin de semana sin fin.
De lo más sugerente.
ResponderEliminarEl artículo de Vicent un tanto deprimente para los que tenemos cierta edad, cada vez más alejada de los cuarenta... Snif
Creo que siempre hay un roto para un descosido.
ResponderEliminarEs muy curioso, Campurriana, más o menos a los cuarenta me hice invisible para los hombres. Sin embargo, a los cuarenta y cuatro bajé como diez kilos, me arreglé el pelo, mi piel se puso morenita con el verano y descubrí que volvía a ser visible.
Ahora, con casi diez años más y con veinte kilos más, me doy cuenta que me he vuelto muy visible para hombres que también tienen aproximadamente entre diez y veinte años más que yo. No deja de ser curioso. No creo que a los cuarenta dejes de ser atractivo y te conviertas en invisible, creo que, más bien te vuelves invisible para determiinada generación, en el caso de los hombres, mucho más joven que ellos.
Pero, que no cundan ni el pánico ni la tristeza ni la desolación... ¡Siempre hay un roto para un descosido! (Lo decían muchas veces las mujeres mayuores de mi casa. Palabrita del Niño Jesús.)
Sólo hay que mirar a quien nos mira y no a quienes hemos estado habituados a que nos miren.
Ja, ja, ja, ja... No deja de ser bien divertido.
En lo de los culos... mejor no entro. Ja, ja, ja, ja...
¡Gracias por las risas de comienzo de semana!
Lo que no acabo de entender es por qué han puesto una música tan cabaretera a unos culos tan interesantes...
Ley de vida, diría que cada edad tiene su momento y su razón de ser. A cierta edad, queda otro tipo de seducción, la que alimenta la amistad, la relaciones más profundas, el intercambio de ideas y en estas relaciones, tal vez mucho más sosegadas, no tiene por qué faltar la pasión.
ResponderEliminarUn abrazo
Veo que eres una seguidora impenitente de Manuel Vicent y lamento que no compartamos los gustos aunque, como es lógico, respeto profundamente tus gustos.
ResponderEliminarNo suelo estar de acuerdo con muchos de sus "postulados" y tampoco con el de la presente entrada.
Sí me alineo con la tesis expuesta por Ángel.
La edad no debe ni es impedimento para la seducción. Lo que ocurre es que, con la edad, la seducción busca otros caminos, incluso más perdurables en el tiempo.
Y, efectivamente, no tiene porqué faltar la pasión.
Creo yo.
Saludos.
Logio, ideal o deprimente...según se mire...
ResponderEliminar:(
Douce, el trasero tiene la culpa de mucha historia de nuestro mundo...pero mucha más de lo que podemos llegar a creer...
Juan, como dice Anderea, siempre hay un roto para un descosido...
Anderea, me ha encantado tu comentario. Y es cierto, la edad también da un punto muy interesante. De hecho, nunca me he fijado en los más jovenes que yo...para joven yo!!!. Todo hay que decirlo y es que aún no he llegado a los cuarenta....(ya os contaré)...
Ángel, totalmente de acuerdo contigo. ¡Muy bien expresado!
Jota Ele, estoy más de acuerdo con Ángel que con Vicent en este caso...aunque, en cierto modo, supongo que razón tampoco le falta...Me lo han contado mujeres que ya pasan los cuarenta....esos piropos que escuchaban en la calle se convierten en silencios...Y digo yo: ¿a quién le importan esos piropos?....
Semos así.
:P
Gracias a todos de nuevo por compartir tanto...
Estoy con Ángel en que cada edad tiene su encanto. Añado que hay dos tipos de edades, las qne nos marca el calendario, la que se inicia con una fecha y una hora, y la otra, que es la que cada uno tenemos en nuestra mente, en nuestra manera pensar de vivir y afrontar la situaciones nos surgen. Abrazos.
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