29 de enero de 2012

Dolor de cabeza y una de Vicent que ya no me gusta tanto...

JUAN JOSÉ MILLÁS 27/01/2012
DOLOR DE CABEZA
Hablé a primera hora con mi madre y le dolía la cabeza, y a mi portera le dolía la cabeza también, y a Salva, el quiosquero, y a Rosa, la encargada de la barra donde leo el periódico. Los chicos llegaban al instituto con dolor de cabeza y los profesores daban las clases de Lengua y Álgebra y Conocimiento del Medio con un dolor de cabeza insoportable. A mí mismo, por culpa del dolor de cabeza, me hería el brillo de la pantalla del ordenador, de modo que lo dejé todo y me largué al mercado, donde compré un cuarto de quilo de gambas arroceras con dolor de cabeza y una cabeza de cordero con dolor de cabeza. Al mediodía, mientras preparaba el arroz con dolor de cabeza, dijeron por la radio que el Rey se había levantado con dolor de cabeza, lo mismo que la Reina y las infantas y el príncipe Felipe y Letizia, la princesa. Y a Urdangarin la poca cabeza que tenía le dolía también. Dijeron que les dolía la cabeza a los cantantes y a los abogados del Estado y a los miembros de la Conferencia Episcopal, y les dolía la cabeza asimismo, dijeron por la radio, al presidente del Gobierno y al jefe de la oposición y a Llamazares, y a los del grupo mixto, y a Sáenz de Santamaría, y a Luis de Guindos, y a Cristóbal Montoro, a todos les dolía la cabeza, les dolía mucho, como nunca. A la hora de comer habían nacido ya 30 o 40 niños, cada uno con su dolor de cabeza idéntico al de sus madres, que estaban locas de la cabeza, por el dolor. Y a los muertos les dolía la cabeza en el féretro, igual que a sus deudos, y a los municipales y al Cuerpo Nacional de Policía y a los agentes del Centro Nacional de Inteligencia, que no espiaban nada a causa del dolor de cabeza.
A las seis de la tarde comenzó la reventa de gelocatiles y la chica del tiempo, en el telediario de las nueve, anunció con dolor de cabeza más dolor de cabeza para el sábado.




MANUEL VICENT 29/01/2012
LOS NIETOS
Tienen menos de 30 años. Nacieron cuando Franco ya había muerto. Para unos era solo el nombre de un fantasma que se pronunciaba con un rencor envasado en la sobremesa familiar; para otros ni siquiera eso, un par de líneas en la asignatura de Historia. Son los nietos del desastre de la guerra civil. Durante la primera etapa de la Transición todavía jugaban con muñecas, iban al parque con patines y adornaban con pegatinas de Snoopy las tapas de sus cuadernos. Después comenzaron a oír por todas partes que en España la salida de la dictadura había sido una obra maestra de la democracia y que el resto del mundo admiraba ese milagro. Sus padres, si eran de izquierdas, callaban, lo daban por bueno; si eran de derechas, lo celebraban como una conquista propia; pero algunos maestros explicaron a estos jóvenes que la Transición tan modélica solo había sido un pacto tácito entre dos miedos. Muerto el dictador, la derecha creía que los comunistas tenían minadas todas las alcantarillas de la sociedad; en cambio, la izquierda temía que los militares podían levantarse cualquier día para plancharla de nuevo. Se produjo un difícil equilibrio entre las dos fuerzas contrarias, cada una con las heridas del pasado abiertas todavía. Ambos bandos se neutralizaron mutuamente con un deseo inapelable: todo menos matarse otra vez, cualquier engendro político es preferible a otra tragedia. La izquierda sumida en un complejo de Estocolmo cedió mucho más en este equilibrio inestable. Las cunetas y barrancos estaban llenos de ejecutados que lucharon en el bando republicano. Desde la postguerra sus hijos no habían osado romper el silencio al que fueron obligados ni habían logrado sacudirse el terror de encima, pero habían conquistado derechos y amnistías, escaños en el Parlamento e incluso el poder en el Gobierno. Hay que dejarlo correr, dijeron. Pero los nietos de la izquierda, que no conocieron la dictadura, no se sienten obligados por el subconsciente a agradecer nada. Quieren que sus antepasados enterrados en barrancos y cunetas sean exhumados con honor para que sus almas reposen en paz y no vaguen como una sombra negra sobre la memoria colectiva. No se trata de política. Es solo una moral: están representando sin complejos la tragedia de Antígona.


Fuente de la imagen

Y el dolor de cabeza seguirá. Y quién no esté indignado en medio de tanta manipulación y corrupción me escama tanto...
Una guerra es una guerra. En la guerra los ideales no existen nunca a pesar de que algunos tengan interés en hacernos creer tantas gilipolleces, aún a día de hoy y después de las innumerables vivencias de este planeta enfermo.

El dolor de las familias, hayan caído en un lado o en otro según circunstancias variadísimas, es el dolor de las familias siempre. Dolor al fin y al cabo.

Seguiré con dolor de cabeza y no me extraña.

¿Por qué demonios abriría yo los periódicos?

7 comentarios:

Eulogio Diéguez Pérez (Logio) dijo...

Tu lo has dicho, los culpables son los periódicos.... escucha la radio, te dolerán también lo oídos.

Juan Nadie dijo...

A mí hoy me duele la cabeza, cosa rarísima, porque no suele dolerme nunca. Sospecho que seguirá doliéndome una temporada, aunque no más que lo que me quería doler hasta hasta hace bien poco.

A Manuel Vicent no sé si le duele, pero debería.

El Náufrago dijo...

Quizá para los dolores de cabeza, mejor que el gelocatil, es saltarte el 80% de las primeras páginas los periódicos, no ver los telediarios de las distintas televisiones, y ahorrarte los noticiarios de las emisoras de radio...

Aconsejable buenas lecturas, a ser posible libros de humor o de historias interesantes, paseos por el campo o cerca del mar si lo hubiere y huir de los que le duelen la cabeza...En caso de tener algún animal de compañía, 'hablar' lo más posible con él o ella y ‘escuchar’ sus consejos

Se aconseja también no dar demasiadas vueltas al coco porque normalmente está saturado de tanto usarlo...No piense, actúe.

No echemos más leña al fuego que ya tenemos bastante:
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"Una cebolla se topó con un sauce llorón...
-¡Oh! ¡Espero no haber tenido yo la culpa!"

(Casualmente estaba leyendo el 'Cabaret Místico' - A. Jodorowsky-)

Paco dijo...

Me duele la cabeza... ¿hay algún planeta que colonizar?


saludos

Campurriana dijo...

Me quedo con esto: alejarse de las personas a las que les duele la cabeza.

Alejaos, navegantes. De este saloncito últimamente dolido por todo lo que le rodea.
:)

Ripley dijo...

soy un experto en dolores de cabeza y un descreido en los politicos que no saben hacer otra cosa que engendrar odios y trincar. o sea.

no se si es politicamente correcto o no pero como yo paso de todo eso dire que me gusta el pezon de la foto.

besos

Campurriana dijo...

Debo reconocer que yo también me había fijado. En el pezón, digo.