12 de febrero de 2012

Asco, tristeza...

ACABAR CON LA DESESPERACIÓN
ARTÍCULO DE SANTIAGO REY FERNÁNDEZ-LATORRE


No dice nada que no sepamos Santiago Rey en este artículo. Sin embargo, cada vez que sale alguna columna de él siempre la leo. No sé si para cabrearme más con la situación que nos rodea o, simplemente, para confirmar que no soy la única desesperada con la situación que vivimos actualmente, desesperanzada más bien...

Los de siempre siguen manejando el cotarro. No se apean de sus privilegios ni a la de tres. Machacan a esas clases medias (y, no nos engañemos, también a esas clases bajas) a costa de no renunciar a ninguno de sus derechos-no-merecidos en tantísimas ocasiones.

Y yo me sigo preguntando....¿para qué sirve esta reforma laboral si no genera empleo? ¿para qué demonios sirve?...

Sin más, la columna:
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Asco. Esa es la palabra que más se repite estos días para definir lo que está pasando en un país abandonado al despropósito. En la peor situación que se haya vivido nunca en Galicia y en España, la valentía y el coraje han desaparecido por la puerta de atrás, mientras cobra presencia omnímoda un doble juego inadmisible, que se ensaña con la clase media, pero mantiene y acrecienta inservibles estructuras de la Administración y opulentos privilegios de los que deberían ser servidores públicos.

La ineficiencia y la irresponsabilidad han sido los denominadores comunes desde que empezó la crisis, y sus consecuencias están bien a la vista: las empresas en la asfixia, el desempleo en tasas inasumibles, las expectativas de los jóvenes totalmente desbaratadas y gran parte de las familias con notorias dificultades de supervivencia.

¿Y se ha hecho algo para aliviar el sufrimiento de la gente? Nada. Las respuestas del aberrante Gobierno anterior y de los que hoy asumen responsabilidades en España y Galicia han sido siempre las mismas: recetar más recortes y más renuncias a la sociedad, hasta hacerla bajar a la fuerza varios escalones camino del empobrecimiento.

Ni han apoyado como deberían a las empresas, ni han garantizado prestaciones y servicios, ni han estimulado el consumo y el movimiento económico. Sí han subido los impuestos y el precio de los servicios básicos; sí han desangrado la economía satisfaciendo la voracidad de los especuladores internacionales. En definitiva, sí han pasado a la clase media, hasta arruinarla, una portentosa factura que en absoluto le corresponde.

Ahora -no hay más que verlo en Galicia- vuelven a la carga los políticos con más atentados contra el bolsillo de una gran parte de la sociedad. Los empleados de la sanidad y la educación y el resto de los funcionarios, ya machacados, se enfrentan a nuevos ajustes, mientras en las alturas continúa el desfile de fastos, oropeles y despilfarros pagados con dinero público.

Ese es el doble juego insostenible. Galicia derrocha presupuesto en innumerables alquileres de oficinas públicas y edificios innecesarios, repartidos por Santiago, por todas las demás ciudades y comarcas del país e incluso por el exterior, como se acaba de ver con las pseudoembajadas prácticamente inactivas de Miami, Bruselas o el palacete de la Casa de Galicia en Madrid. Una administración responsable y preocupada por el gasto no permitiría de ningún modo ese caro minifundismo administrativo, como tampoco se empecinaría en continuar adelante con el millonario dispendio del Gaiás, repleto de gastos de obra y mantenimiento pero vacío de contenido y de gente. Bien podrían ir para allí todas las oficinas ahora desperdigadas, para darle alguna utilidad a nuestra más flamante y majestuosa ruina.

Pero, con ser grande, no es esa la única equivocación de este y los anteriores Gobiernos de Galicia de cualquier color. Tras dejar que se hundiesen sectores claves como el pesquero, el agrario, el lácteo o el naval, se ha instaurado una política de remiendos tan desnortada que la sociedad no puede más que quedarse atónita cuando conoce que se destina dinero público a proyectos irreales y fallidos como el de Manzaneda. O cuando se apoya sin ningún tipo de explicación a empresas inviables e insolventes, dando oxígeno a experimentos quebrados, como sucede en la industria y en algunos medios de comunicación.

Ni explicación ni estrategia ni propósito de enmienda. El Gobierno gallego sigue empecinado en recortes a la clase media, en dejar famélicas a las universidades y en estrechar servicios esenciales como la sanidad y la educación.

No ha aprendido siquiera del mejor ejemplo que están dando los empresarios cuando, en las peores circunstancias, se fajan para superar la crisis sin beneficios ni créditos, ni más armas que su determinación y tenacidad en la lucha contra las adversidades.

Quienes pagan la factura de la crisis no pueden entender esa actitud. Ni cómo se ahonda en la contraria, con más gastos superfluos generados por la hipertrofia de todas las administraciones. En los tiempos de la era digital, crecen como hongos las delegaciones de organismos y sus ventanillas sin ninguna lógica ni coordinación o sinergia entre ellas. Oficinas de la Xunta, del Ayuntamiento, de la Diputación, de los ministerios, consellos de contas y consultivos, valedores... Todos enmarañan la burocracia hasta hacerla insoportable, además de inasumible económicamente para el erario y para el contribuyente.

Si están buscando realmente dónde ahorrar los 40.000 millones que hacen falta para arreglar las cuentas públicas -es decir: rebajar el déficit y pagar los altos intereses que fijan los gigantes de la especulación financiera internacional- es en esa partida de gastos superfluos donde hay que entrar a saco, y no en el bolsillo de los consumidores.

Al Estado todavía le quedan muchos lugares donde tocar para hacerse eficiente. Porque nada ha hecho, de momento, para acabar con instituciones superfluas, como las diputaciones provinciales; redundantes, como el Senado, o propagandísticas, como las televisiones públicas. Tampoco ha acometido siquiera el paso de fusionar municipios incapaces de sostenerse. Y no lo ha hecho por razones electoralistas y localistas, pero también porque la desaparición de corporaciones locales significa la pérdida de numerosos puestos de concejal.

Por eso resulta intolerable el doble rasero que aplican los políticos y los que revuelan a su alrededor, como los sindicatos. Y bochornosa su forma de repartirse las prebendas. Se acaba de ver, sin ir más lejos, en el traspaso de poder de padre a hijo en Ourense. Ante el silencio o incluso el aplauso de muchos, se ha disfrazado de simple apariencia de democracia la consumación de una herencia de naturaleza puramente caciquil.

Ese desprecio por la democracia se observa incluso en el funcionamiento de la Unión Europea, con un parlamento decorativo, una estructura inoperante, un coste verdaderamente obsceno y un poder cuasi-dictatorial que se han arrogado porque sí Alemania y Francia.

Mucho deberán hacer quienes allá y aquí practican estas nefastas artes para recuperar, siquiera someramente, la confianza de una sociedad cada vez más decepcionada y molesta con su clase política.

La perdieron, desde luego, los anteriores gobernantes que fueron de aberración en aberración hasta dejar el país postrado y empobrecido, al borde de la intervención y a merced de los depredadores financieros. La perdieron también quienes exacerbaron sus ansias nacionalistas y separatistas hasta llegar a la desfachatez de permitirse señalar supuestas líneas rojas al Estado. Y poco hacen por conservarla quienes, después de clamar en la oposición, ahora en el Gobierno no son capaces siquiera de ponerse de acuerdo entre ellos en las cuestiones más elementales para iniciar la revitalización del país.

Con la oposición ausente y ocupada en sus esperpénticas guerras intestinas, España se hunde en el desastre y la decadencia, al borde del estallido social, mientras mangonean a sus anchas los halcones de la banca. Algunos, que solo ven la crisis que padecemos como un festín para sus garras, se han aprovechado bien de la situación y de la ineptitud del gobernador del Banco de España, y pretenden adueñarse a precio de ganga de mercados que les rehuían. Otros, con salarios más altos que el valor de sus entidades, se van para casa ahora con las bolsas repletas, a la espera, curiosamente, de más privilegios y homenajes.

Ni siquiera en eso se ha conseguido ofrecer a los ciudadanos algún ejemplo de dignidad. Mientras en el Reino Unido se retiran distinciones a quien pierde la reputación por su conducta, aquí se premia con las más altas a quienes no solo no las merecen, sino que deberían pagar, como en Islandia, por sus responsabilidades.

Pero el tiempo se ha acabado. Es hora de que los responsables de la gestión pública pongan fin a sus aberraciones, asuman su liderazgo y busquen soluciones en lugar de parches. Ni Galicia ni España ni Europa pueden esperar más. Hay que acabar con el asco.

8 comentarios:

Jota Ele dijo...

No, si la culpa de todo la tiene la derecha. Como no podía ser menos.

¿40000 Millones? ¡Ojalá! Pero, si solo el Ministerio de Fomento, encabezado por ese gallego de pro, Pepiño Blanco, tiene una deuda precisamente de esa cantidad.

Pero la culpa la tiene la derecha por ganar las elecciones y encontrarse con el "pastel".

¡Qué cosas!

Permíteme no comentar nada más. Ya me he quedado a gusto en el blog de María, "Mi pluma de Cristal".

En fin...

Saludos.

Campurriana dijo...

Jota Ele, permíteme decirte que has estado un tanto susceptible en este caso. Creo que en ningún momento he criticado en este blog más a la derecha que a la izquierda y en este post ídem de ídem. Desgraciadamente, estoy desencantada con ambos por unos u otros motivos.

Me provoca una náusea enorme pensar en cómo se han gestionado las cosas desde el inicio. Los que han robado, sean de un lado o de otro (porque en ambos lados se ha robado) van a seguir con su puño cerrado sin soltar lo que es de todos los que hemos trabajado por ello. Mientras tanto, las clases (trabajadoras) bajas y medias estranguladas hasta el fin...para reponer los que otros se están fumando, comiendo...etc.

Y ojo: no digo que los empresarios de este país no merezcan un beneficio a mayores por su labor generadora de riqueza en el caso de que la haya. Lógicamente, eso lo doy por hecho porque si no tendrían la sencilla opción de meter el dinerito en una cuenta a plazo y vivir de rentas y sin problemas o con muy poquitos en comparación con el trabajo que conlleva seguir adelante con una empresa, una actividad.

Esto es lo que más me cabrea; que siempre se vaya a por el más débil a costa de no tocar los sucios intereses que mueven el mundo. Y sí: llámame utópica si quieres pero desgraciadamente o por suerte he trabajado en sectores muy diferentes que me lo han confirmado, gobiernen unos o gobiernen otros. Vaya, que no hablo de boquilla. Antes nos quejábamos, es cierto. Ahora, como lo sufrimos porque ya el dinero no vuela tan fácilmente, pues nos quejamos más y veremos adónde podemos llegar.

Y sí: si no se genera empleo, si no somos productivos, si queremos seguir viviendo de subvenciones y pelotazos...estamos totalmente perdidos. Da igual todo lo demás. Creo que todavía no hemos caído de la burra. Al menos, es la sensación que tengo...

El Náufrago dijo...

Campu,

Perdona, pero tengo la impresión que 'Estepaís' es cada vez más un coro de plañideras al que yo, a veces, también me sumo. He decidido - no sé si lo cumpliré porque mis 'decisiones' son también frágiles- no perder tiempo en llantos y gemidos por muy 'razonados' que se me presenten.

He iniciado ya la cuesta de las 'despedidas' y voy a tratar lo mejor que sepa y pueda no amargar más mi vida ni la de los que me rodean. Con razones o 'sinrazones' somos, hemos sido, y seguimos siendo un país de llorones y llorando no se consigue más que lamentarnos INÚTILMENTE.

Te deseo una muy satisfactoria semana... MALGRÉ TOUT

Campurriana dijo...

Náufrago, ¿qué te voy a decir?. Pues que te doy toda la razón. Llorando, efectivamente, no conseguimos nada. Lástima porque cuando lleguemos a la acción será quizá para quemarlo todo.

Así de extremistas somos los seres humanos.
:(

Goyo dijo...

Hoy también tengo yo ese sentimiento de asco. Por eso y por muchas cosas más.

alfonso dijo...


· ¿Asco? Asco es poco decir.
Cito a Burke, hoy por segunda vez, "para que ganen los malos sólo hace falta que los buenos no hagamos nada" ¿despertaremos? ¿tenemos que arder como Grecia?
Por cierto... me gustaría un 'inventario' de gente que está en la cárcel. De los que no están, nos hacemos mejor idea.

· un beso

CR & LMA
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·

Luna dijo...

Pues, si que estamos "apañaos"

Campurriana dijo...

Goyo, tenemos que hacer caso a Náufrago. La vida también son otras cosas...

Ñoco, creo que tenemos que arder como Grecia. Con la educación a veces no se llega a todas partes. Desgraciadamente. Si se echa la vista atrás...buf, prefiero no pensarlo.

Luna, prometo dar un giro al saloncito. Al menos de vez en cuando...(hoy he abierto una ventana)

Feliz noche, navegantes.