Era un hombre extraño. Lo seguí durante un tiempo con la mirada, mientras escuchaba el sonido que provocaban las olas bailando con el pueblo de salitre. Sufrí el vértigo que él no sufría. Adoré el mar que rodeaba su cuerpo aventurado. Los acantilados. La luz de ese atardecer oscuro que brillaba a pesar de todo. Que brillará en mis recuerdos para siempre. Hasta que pueda recordarlos al menos...
9 de mayo de 2012
El hombre del acantilado
Era un hombre extraño. Lo seguí durante un tiempo con la mirada, mientras escuchaba el sonido que provocaban las olas bailando con el pueblo de salitre. Sufrí el vértigo que él no sufría. Adoré el mar que rodeaba su cuerpo aventurado. Los acantilados. La luz de ese atardecer oscuro que brillaba a pesar de todo. Que brillará en mis recuerdos para siempre. Hasta que pueda recordarlos al menos...
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5 comentarios:
Qué soledad!!!
Un abrazo
Más que soledad yo diría tranqilidad.
Salu2
Bonitos encuadres, me gusta el primero. El que pesca, como el que fotografía, está ajeno en ese momento a todo lo que le rodea, disfruta y mucho de lo que está haciendo.
Las fotografías son preciosas. Y él, un temerario. Me pongo mala sólo de ver dónde está. ¡Madre mía! ¡Qué loco!
¡Uf! Quizá exagero. Pero poco.
Buenas noches, Campu.
Ángel, esa soledad deseada...
Juan Carlos, es un paisaje que, efectivamente, transmitía calma...Volvería allí de nuevo. Por cierto...¿podéis reconocer los acantilados?...
Sebas, el primero me da vértigo.
Anderea, cuando vi a este hombre sufrí por él. En las fotografías no se aprecia realmente el riesgo que estaba corriendo...aún era mayor si se conoce de verdad la altura de estas piedras...
Tremendo. Y es que, además, yo tengo vértigo...
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