26 de enero de 2014

¿Esto es forma de dar una noticia?


La verdad es que me quedo alucinada con esta forma de ¿periodismo?. Creo que han conseguido su propósito porque estoy hablando de ellos y supongo que es lo que buscaban.
Y además, para su regocijo, he terminado de leer la noticia y he visto el vídeo enterito con los padres como protagonistas. 
No sé qué pensáis vosotros de todo esto.
Enfins.



  Nora y el jubilado

Ésta es una historia de monstruos. De los de verdad. Por eso no sale ningún tipo con colmillos que va por ahí de noche chupando sangre, ninguno que se vuelva lobo con la luna llena o al que hayan infundido vida a partir de un cadáver. Todos esos monstruos inventados, al final, regocijan y distraen más que asustan. Esto va de monstruos que no regocijan ni distraen nada, por un lado, y que no tienen pinta de monstruo, por otro. Por eso mismo resultan más inquietantes y aterradores.
En esta historia, cómo no, hay también una niña perdida en el bosque. Sus padres le pusieron Nora, un nombre sencillo, hermoso y evocador. Un nombre que no merecía verse asociado con monstruos. Pero así son este tipo de historias, las verdaderamente terroríficas: vienen a sucederles justo a aquellos seres que menos deberían haberse vistos sometidos al dolor y el espanto; a los que todos querríamos saber siempre y en toda circunstancia preservados frente a la crueldad del mundo.
Suele pasar con las niñas que se pierden en el bosque: a ellas se acercan seres de la espesura que no necesariamente quieren su bien. En el caso de Nora, todo comenzó en los albores de su adolescencia, cuando lejos de la protectora mirada paterna se cruzó con alguno de estos furtivos depredadores. Cuentan que primero fue una mujer con la que coincidía en un parque; luego, un hombre al que aquella mujer la llevó. De la mano de ambos conoció lo que iba a servir para arrojarla a las fauces de los monstruos. En cierto modo puede decirse que ellos eran los exploradores que la acecharon y atrajeron al rincón oscuro donde caería sobre ella la jauría. Por su mediación se inició en esas sustancias que arrebatan la voluntad, gracias al espejismo de ampliar y allanar su campo de acción. Gracias a ellos, también, descubrió y aprendió a concebir la posibilidad de obtener dinero (entre otras cosas, para seguir accediendo a las sustancias adictivas) mediante la triste transacción de entregar su cuerpo y su intimidad a desconocidos dispuestos a pagar por ello.
En la mayoría de los relatos de esta amarga historia, la mujer que hizo la captación y el hombre que la corrompió vienen a ocupar la cúspide de la partida monstruosa. Y es verdad que quien abre la caja del horror, quien tiene y usa la llave de la puerta tras la que empieza todo, tiene una responsabilidad tan principal como escalofriante. En torno a ellos puede hacerse la pregunta más perturbadora y atroz: si nunca hubiera ido a aquel parque, donde iba a encontrarse con la mujer, si ésta a su vez no la hubiese puesto en contacto con el hombre, ¿la historia habría tenido otro curso, la niña habría encontrado el camino de vuelta a casa y nada de lo infame habría sucedido?
Es posible, y con eso, después de que la jauría arrastrara a la degradación y a la muerte a la niña, tendrán que vivir ambos. Sin embargo, ahí están también todos los que se cruzaron con ella, la supieron al instante una niña perdida (no podía ser de otro modo: la edad, las circunstancias la delataban) y pese a ello se saciaron en ella y contribuyeron, moneda a moneda, mordisco a mordisco, a precipitar su final. Eran hombres que la reclamaban una y otra vez. Hombres jóvenes y mayores, autóctonos y forasteros. Uno de ellos, cuentan, era un jubilado. El único ante el que la niña perdida, que para entonces ya lo estaba profundamente, experimentó al parecer la conciencia del abismo al que la estaban conduciendo los monstruos con que trataba.
Quizá nada se antoja tan horrible como imaginar ese momento, en que la vida joven y prometedora se ve arrimada al precipicio por una vida ya cumplida, que ha podido desarrollar su singladura hasta ese puerto seguro de la jubilación. Ese acto redondea la monstruosidad de esta historia: donde los niños son consumidos por quienes deberían haberlos amparado.

9 comentarios:

Douce dijo...

CAMPU,

Empecé a leerlo,la semana pasada. Se me atragantó, y no pude terminarlo. Padres, periodista, y ese Periódico que está volviéndose cada vez más intragable en muchos aspectos...

ASQUEROSO...

Lo siento. Cada día leo menos de esa prensa en general.

Aprovecha el domingo. Hoy ha salido el sol.

jose dijo...

Bueno, vamos a ver, Lorenzo Silva, el autor del articulo es un escritor, no esta dando ninguna noticia, sino relatando cosas que ocurren desde elpunto de vista de un creador. Nada mas.
Te guste o no ya es otra cosa.

Conste que no tengo nada que ver con el, ni tampoco me atrae su escritura, pero, creo que es justo decir esto.

Campurriana dijo...

Jose, lo cierto es que no sabía si era escritor o no. Sinceramente, no había leído su nombre. De todas formas, creo que no es su sitio. Su sitio serán los libros y no las "ambientaciones" de noticias como ésta.
Gracias por la puntualización. Creo que, como dices, es justo añadirla.

Nau, este periodista-escritor creo que no ha estado acertado en la elección de este trabajo. Respecto a los padres, pues cada uno sabrá o deberá saber cuáles son sus responsabilidades y, quizá, no tengan ninguna o vaya usted a saber...los seres humanos son muy complejos y en la casa de cada uno no te cuento...

La noticia, desde luego, es muy triste.

Pedro Ojeda Escudero dijo...

El morbo siempre vende, por desgracia. Lorenzo Silva, en efecto, no da ninguna noticia: hace un artículo periodístico comentándolo todo desde un punto de vista literario. Pero se aprovecha del morbo, por desgracia.
Los periódicos deberían respetar siempre la intimidad de las víctimas y denunciar a los culpables.

Douce dijo...

Campu

Aclaro.

La semana pasada, en la CRONICA, de "EL Mundo" empecé a leer un artículo que tenía por título:"La vida robada de Nora". He leído algunos artículos del periodista Manuel Jabois y me ha parecido bastante bien informado.

Como te digo tratándose de él empecé a leer y no terminé. Ni el padre, ni la madre, ni el tema me gustaron y no lo terminé. No soporto ese tipo de asuntos y la forma de llevarlo (será su oficio, pero no mis gustos).

Nada más ver el nombre de Nora y su vida robada no leí el texto de Lorenzo Silva que tú habías copiado. No lo leí, porque creí que era el artículo de Jubois.

Independiente de los autores,sea uno o el otro, este tipo de 'historias' quizá cupieran en el antiguo EL CASO.

No me gusta el giro que está tomando esa CRÓNICA, lo siento.Bueno, no lo siento, cada 'casa' puede 'atraer' a la clientela que le sirva. Es lo que quería aclarar.

Aprovecha lo que queda de el finde:-)

Juan Nadie dijo...

Esta es una historia triste de verdad, y Lorenzo Silva es un muy buen escritor, no sé qué os sorprende o escandaliza de su texto.

Campurriana dijo...

Pedro, a mí, desde luego, me ha parecido lamentable. Ojalá fuese una historia de libros y no de prensa "real".

Nau, queda aclarado. Yo creo que hay formas y formas de contar las noticias. Es bueno que se conozcan ciertos sucesos por si podemos aprender algo de ellos. Los peligros están ahí fuera y no debemos ocultarlos tampoco. El problema es el morbo que generan ciertos sucesos y el daño a mayores que hace a las víctimas.

Juan, ya lo he explicado antes. No niego que sea buen escritor. No he leído nada de él salvo este artículo que no me ha gustado por las razones mencionadas anteriormente. Es cierto, cada cual lo verá a su manera y lo respeto.

Más no puedo añadir.

Juan Nadie dijo...

Creo que no habéis leído muy bien el texto, lo siento.

Campurriana Campu dijo...

Juan, lo he leído varias veces. No me gusta el contexto. Lo volveré a leer cuando pase un tiempo. Si cambio de parecer, te lo digo.
Ya que insistes tanto...

Felices sueños.