La verdad es que me quedo alucinada con esta forma de ¿periodismo?. Creo que han conseguido su propósito porque estoy hablando de ellos y supongo que es lo que buscaban.
Y además, para su regocijo, he terminado de leer la noticia y he visto el vídeo enterito con los padres como protagonistas.
No sé qué pensáis vosotros de todo esto.
Enfins.
Nora y el jubilado
Ésta es una historia de monstruos. De los de verdad. Por eso no sale
ningún tipo con colmillos que va por ahí de noche chupando sangre,
ninguno que se vuelva lobo con la luna llena o al que hayan infundido
vida a partir de un cadáver. Todos esos monstruos inventados, al final,
regocijan y distraen más que asustan. Esto va de monstruos que no regocijan ni distraen nada, por un lado, y que no tienen pinta de monstruo, por otro. Por eso mismo resultan más inquietantes y aterradores.
En esta historia, cómo no, hay también una niña perdida en el bosque. Sus padres le pusieron Nora,
un nombre sencillo, hermoso y evocador. Un nombre que no merecía verse
asociado con monstruos. Pero así son este tipo de historias, las
verdaderamente terroríficas: vienen a sucederles justo a aquellos seres
que menos deberían haberse vistos sometidos al dolor y el espanto; a los
que todos querríamos saber siempre y en toda circunstancia preservados
frente a la crueldad del mundo.
Suele pasar con las niñas que se pierden en el bosque: a ellas se
acercan seres de la espesura que no necesariamente quieren su bien. En
el caso de Nora, todo comenzó en los albores de su adolescencia,
cuando lejos de la protectora mirada paterna se cruzó con alguno de
estos furtivos depredadores. Cuentan que primero fue una mujer con la
que coincidía en un parque; luego, un hombre al que aquella mujer la
llevó. De la mano de ambos conoció lo que iba a servir para arrojarla a
las fauces de los monstruos. En cierto modo puede decirse que ellos eran
los exploradores que la acecharon y atrajeron al rincón oscuro donde
caería sobre ella la jauría. Por su mediación se inició en esas sustancias que arrebatan la voluntad,
gracias al espejismo de ampliar y allanar su campo de acción. Gracias a
ellos, también, descubrió y aprendió a concebir la posibilidad de
obtener dinero (entre otras cosas, para seguir accediendo a las
sustancias adictivas) mediante la triste transacción de entregar su cuerpo y su intimidad a desconocidos dispuestos a pagar por ello.
En la mayoría de los relatos de esta amarga historia, la mujer que
hizo la captación y el hombre que la corrompió vienen a ocupar la
cúspide de la partida monstruosa. Y es verdad que quien abre la caja del
horror, quien tiene y usa la llave de la puerta tras la que empieza todo, tiene una responsabilidad tan principal como escalofriante.
En torno a ellos puede hacerse la pregunta más perturbadora y atroz: si
nunca hubiera ido a aquel parque, donde iba a encontrarse con la mujer,
si ésta a su vez no la hubiese puesto en contacto con el hombre, ¿la
historia habría tenido otro curso, la niña habría encontrado el camino
de vuelta a casa y nada de lo infame habría sucedido?
Es posible, y con eso, después de que la jauría arrastrara a la
degradación y a la muerte a la niña, tendrán que vivir ambos. Sin
embargo, ahí están también todos los que se cruzaron con ella,
la supieron al instante una niña perdida (no podía ser de otro modo: la
edad, las circunstancias la delataban) y pese a ello se saciaron en
ella y contribuyeron, moneda a moneda, mordisco a mordisco, a precipitar
su final. Eran hombres que la reclamaban una y otra vez. Hombres jóvenes y mayores, autóctonos y forasteros. Uno de ellos, cuentan, era un jubilado.
El único ante el que la niña perdida, que para entonces ya lo estaba
profundamente, experimentó al parecer la conciencia del abismo al que la
estaban conduciendo los monstruos con que trataba.
Quizá nada se antoja tan horrible como imaginar ese momento,
en que la vida joven y prometedora se ve arrimada al precipicio por una
vida ya cumplida, que ha podido desarrollar su singladura hasta ese
puerto seguro de la jubilación. Ese acto redondea la monstruosidad de
esta historia: donde los niños son consumidos por quienes deberían
haberlos amparado.
9 comentarios:
CAMPU,
Empecé a leerlo,la semana pasada. Se me atragantó, y no pude terminarlo. Padres, periodista, y ese Periódico que está volviéndose cada vez más intragable en muchos aspectos...
ASQUEROSO...
Lo siento. Cada día leo menos de esa prensa en general.
Aprovecha el domingo. Hoy ha salido el sol.
Bueno, vamos a ver, Lorenzo Silva, el autor del articulo es un escritor, no esta dando ninguna noticia, sino relatando cosas que ocurren desde elpunto de vista de un creador. Nada mas.
Te guste o no ya es otra cosa.
Conste que no tengo nada que ver con el, ni tampoco me atrae su escritura, pero, creo que es justo decir esto.
Jose, lo cierto es que no sabía si era escritor o no. Sinceramente, no había leído su nombre. De todas formas, creo que no es su sitio. Su sitio serán los libros y no las "ambientaciones" de noticias como ésta.
Gracias por la puntualización. Creo que, como dices, es justo añadirla.
Nau, este periodista-escritor creo que no ha estado acertado en la elección de este trabajo. Respecto a los padres, pues cada uno sabrá o deberá saber cuáles son sus responsabilidades y, quizá, no tengan ninguna o vaya usted a saber...los seres humanos son muy complejos y en la casa de cada uno no te cuento...
La noticia, desde luego, es muy triste.
El morbo siempre vende, por desgracia. Lorenzo Silva, en efecto, no da ninguna noticia: hace un artículo periodístico comentándolo todo desde un punto de vista literario. Pero se aprovecha del morbo, por desgracia.
Los periódicos deberían respetar siempre la intimidad de las víctimas y denunciar a los culpables.
Campu
Aclaro.
La semana pasada, en la CRONICA, de "EL Mundo" empecé a leer un artículo que tenía por título:"La vida robada de Nora". He leído algunos artículos del periodista Manuel Jabois y me ha parecido bastante bien informado.
Como te digo tratándose de él empecé a leer y no terminé. Ni el padre, ni la madre, ni el tema me gustaron y no lo terminé. No soporto ese tipo de asuntos y la forma de llevarlo (será su oficio, pero no mis gustos).
Nada más ver el nombre de Nora y su vida robada no leí el texto de Lorenzo Silva que tú habías copiado. No lo leí, porque creí que era el artículo de Jubois.
Independiente de los autores,sea uno o el otro, este tipo de 'historias' quizá cupieran en el antiguo EL CASO.
No me gusta el giro que está tomando esa CRÓNICA, lo siento.Bueno, no lo siento, cada 'casa' puede 'atraer' a la clientela que le sirva. Es lo que quería aclarar.
Aprovecha lo que queda de el finde:-)
Esta es una historia triste de verdad, y Lorenzo Silva es un muy buen escritor, no sé qué os sorprende o escandaliza de su texto.
Pedro, a mí, desde luego, me ha parecido lamentable. Ojalá fuese una historia de libros y no de prensa "real".
Nau, queda aclarado. Yo creo que hay formas y formas de contar las noticias. Es bueno que se conozcan ciertos sucesos por si podemos aprender algo de ellos. Los peligros están ahí fuera y no debemos ocultarlos tampoco. El problema es el morbo que generan ciertos sucesos y el daño a mayores que hace a las víctimas.
Juan, ya lo he explicado antes. No niego que sea buen escritor. No he leído nada de él salvo este artículo que no me ha gustado por las razones mencionadas anteriormente. Es cierto, cada cual lo verá a su manera y lo respeto.
Más no puedo añadir.
Creo que no habéis leído muy bien el texto, lo siento.
Juan, lo he leído varias veces. No me gusta el contexto. Lo volveré a leer cuando pase un tiempo. Si cambio de parecer, te lo digo.
Ya que insistes tanto...
Felices sueños.
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