El malismo
Debo decir que detesto el buenismo, si por ello entendemos la suplantación de la realidad por un discurso huero y pomposo (la Alianza de las Civilizaciones, por ejemplo)
Tras mi última columna sobre el fundamentalismo recibí varios mensajes
en las redes que me acongojaron. En realidad eran los mismos argumentos
que se oyen por doquier; gran parte de la congoja reside en el hecho de
que esos tópicos estén tan extendidos. Me refiero a esas personas que
denuncian el buenismo de considerar que los musulmanes pueden
ser gente decente; y que dictaminan, con una seguridad y una erudicción
maravillosas, que el Corán es un libro lleno de odio y nuestra Biblia un
paradigma de amor, como si todos ellos fueran expertos teólogos y se
pasaran el día leyendo las suras islámicas (desde luego el feroz Antiguo
Testamento no lo han leído).
Debo decir que detesto el buenismo,
si por ello entendemos la suplantación de la realidad por un discurso
huero y pomposo (la Alianza de las Civilizaciones, por ejemplo). Pero
aún me espanta más la ignorancia primitiva, violenta y tribal con que
reaccionamos frente al diferente.
Sí, es cierto que la mayoría islámica
es horriblemente retrógrada, lo dije en mi columna: pero no son
terroristas. En esta batalla contra el integrismo podemos escoger entre
convivir con los retrógrados islámicos e intentar convencerles, al igual
que convivimos con nuestros propios retrógrados, o bien convertirnos en
matones de nuestra cultura, golpearnos el pecho como gorilas, sentirnos
estúpidamente superiores e ir alimentando con tópicos descerebrados y
belicosos la inmensa hoguera de furor que arde en el mundo.
También hay
un malismo y es esto, esta fiebre sectaria e irracional, estas
ansias de exclusión y enfrentamiento. Así se han debido de montar todas
las catástrofes bélicas de la historia: cultivando el malismo y aporreando con pueril entusiasmo los tambores de guerra.
Sinceramente, después de leer ésta y otras opiniones de la misma autora, creo que la que no se entera de nada es ella o es que pretende otra cosa, que también puede ser...
Rosa Montero, que es una mujer a la que aprecio y, es más, he leído algunas de sus obras, me ha decepcionado en cierto modo desde que la conozco un poco mejor, a través de las diferentes publicaciones que cuelga en las redes sociales y que hacen gala de eso que tanto critica en esta columna: el buenismo a todos los niveles.
No, Rosa. Creo que estás muy equivocada. Creo que no sabes con quién te estás enfrentando. Tienes suerte de no saberlo porque quienes lo tendrían que saber de verdad, desgraciadamente, ya no están aquí.
La integración no existe. Es más, cada vez estoy más convencida de que nos iremos alejando, que no acercando. La solución se encuentra en conseguir una mayor igualdad y una educación desde la cuna. Mientras sigamos siendo como somos (y somos bastante malos), el odio crecerá hasta el infinito. Es lógico. También es lógico que agarremos lo nuestro, aún a costa de los demás, porque injustamente nos lo están quitando y llamándonos tontos al mismo tiempo.
Se trata de un círculo vicioso del que casi es imposible salir. Y lo hemos creado nosotros, ellos. Todos, de alguna manera.
Tenemos, desde luego, lo que nos merecemos. El problema es el caso particular. El caso particular que ya no está en este mundo.
Sin ser ingenuos, prefiero seguir creyendo en que es posible mejorar. De hecho, ya lo hemos hecho. Estamos mucho mejor que hace un siglo en cuestiones de seguridad, libertad y democracia. No seamos derrotistas y trabajemos por ello a diario.
ResponderEliminarBesos.
Vamos a ver si nos aclaramos. No se puede meter a una manada de lobos en un rebaño de ovejas.
ResponderEliminarEs evidente que esto se cae por su propio peso y si no cae por su peso lo hará por la ley de la gravedad.
Yo soy islamófobo, se lo han ganado a pulso ¿que pasa? y lo soy cada día mas. Me da asco una sociedad que no considera humana a la mujer sino y esto es textual, un ser imperfecto, impuro e inacabado...por tener la regla. ¿Como coño va a encajar quien así piensa en los valores de igualdad y libertad?
La integración es imposible pero los politimierdas occidentales, tan progres todos ellos siguen empeñados en lo contrario luego buena parte de la culpa es directamente suya, sí, se veía venir. Hay que estar ciego o ser muy pero que muy tonto para sostener lo contrario.
Besos
Pedro, podemos mejorar pero desde la cuna y no alimentando la ignorancia de muchos que sólo favorece a unos pocos.
ResponderEliminarSigue habiendo mucho odio porque, es cierto, se genera de alguna manera. Eso explica la no integración de las personas que han vivido en lugares diferentes a los lugares de origen y supuestamente más avanzados. Me hace gracia...cuando viajo a ciudades de ésas que presumen de ser cosmopolitas, me doy cuenta de que lo único que existen son guetos separados con muros invisibles. Invisibles y,por supuesto, infinitamente altos. En lo que no debemos caer es en que sólo son "ellos" los que no quieren integrarse. Todos tenemos parte de culpa. Nos falta escuchar y comprender aunque, bien es cierto, hay cosas que no merecen un ápice de comprensión.
Se debe fomentar el respeto a los demás, a la vida, la convivencia dentro de la diversidad...es tan complicado. Es tan complicado a veces hasta en iguales.
Perdonen mi pesimismo. Incluso yo miro con recelo a personas de otras culturas. A veces, seguramente, injustamente. Otras, por las experiencias pasadas. Pagarán, sin duda, justos por pecadores. Nos marca tanto todo lo que nos rodea, las experiencias vividas, la genética incluso...
Un asunto muy complejo mientras no se cambien ciertas políticas. Soy de las que pienso que los países que reciben deben tener mano dura frente a ciertas tradiciones retrógradas. Tampoco se debe permitir esa discriminación positiva que hace daño al propio frente al que viene de fuera.
El que viene de fuera, tiene que adaptarse a lo que hay. Así de fácil. Sobre todo, si lo que trae no conlleva nada bueno a la larga...
Es tan fácil ir hacia atrás. Tan fácil, tan fácil...