4 de abril de 2015

Semana Santa


Es un trocito de la única procesión a la que he asistido este año. Una procesión de barrio y muy joven. Lleva muy pocos años celebrándose. 

No me gustaría perderme la de Andalucía. Conozco la ferrolana, la castellana, la asturiana, la coruñesa y, seguramente, algunas más...

No soy religiosa pero sí siento atracción por las tradiciones. Como un acercamiento a mis antepasados, a mis abuelos, a mis padres...
Nunca he sabido explicarlo.

2 comentarios:

Ripley dijo...

Ve a Cáceres, no solo conocerás una ciudad alucinante que cuenta con el segundo mejor casco medieval del planeta solo por detrás de Siena en Italia, eso sí, reserva con antelación pues de lo contrario no encontrarás alojamiento en 100kms a la redonda. Ni en Semana Santa ni en cualquier época del año.

Yo que creo en Dios, como cantaría Sinatra: "My Way" y no participo de las procesiones precisamente por un trauma infantil vivido en la llamada de la "madrugá", cuando a los niños se nos despertaba y sin solución de continuidad nos sacaban de la cama y nos daban chocolate caliente para luego abrigabarnos mas allá de lo imposible antes de caminar por unas calles empedradas abarrotadas de gente. Los tambores, los penitentes descalzos y encadenados, los capirotes, loa alaridos que tiempo después supe se llaman saetas, las antorchas y demás, causaron tal impresión en aquella mente infantil que no ha vuelto a ver ninguna procesión. Un amigo me dijo que las procesiones están calculadas para conseguir ese efecto sobrecogedor. A fé que conmigo dieron en el clavo. Por otro lado no me gusta el fanatismo. Esas mismas tallas están todos los días del año en sus correspondientes iglesias, seguramente a solas pero como aquí somos de aquella manera, donde va uno, van todos. Es algo que no he comprendido nunca, esa extraña manía que tiene la gente por hacer lo mismo que hace el que tiene al lado, a la misma hora, en el mismo momento y lugar. Debo ser muy raro pero insisto, me gusta la diferencia aunque estoy contigo en que hay que cuidar y respetar las tradiciones y particularmente en España que no se entiende sin su Semana Santa, como tantas otras y tan variadas costumbres que anclan sus raices en tiempos lejanísimos. Por lo demás, en mi caso la religión es algo personal entre Dios y yo que pertenece al ámbito de lo privado, el salir a las calles y hacer lo que se hace en Semana Santa es propio de Fariseos. -entre los judíos: miembro de una secta que afectaba rigor, "hombre hipócrita"-, así dice la RAE, que se hacían notar precisamente por orar con alboroto y a la vista de todo el mundo como si eso los convirtiera en mejores. Lo aprendí de pequeño. Pues no. Eso es cinismo. De la escuela griega de los Cínicos que surge con Sócrates, siendo Diógenes el mas importante de sus alumnos, pero esa es otra historia. Lo aprendí unos años después.

Besos de madrugada

Campurriana dijo...

Tengo pendiente Cáceres, Ripley. No lo conozco.
A mí me gustan las procesiones pero no llego al fanatismo, por supuesto. Me gusta verlas y, es cierto, algunas me impresionan por su solemnidad, por su belleza, por ese silencio, por las saetas, por la devoción discreta y el respeto; sobre todo, el respeto...

De todas formas, no me gustan todas. No me gustan esos espectáculos que se montan en diferentes lugares de España tipo niño colgado vestido de ángel, la carrerita y el saltido de los tronos y pasos, etc. etc. que sólo sirven para atraer turistas.

Hay que conservarla pero no explotarla. Difícil equilibrio en este país en el que han destrozado una playa como la de las Catedrales.