Salió pegando un portazo. Sabía que no regresaría jamás. Hacía mucho calor y la calle se sentía pegajosa, sucia, insoportable. La gente sudaba, los perros agonizaban sobre las aceras de la ciudad, las ratas campaban a sus anchas jactándose de su fortaleza implacable. Aquel día era el comienzo o el final de algo. No tenía ni idea de lo que quería hacer pero sus pasos no dejaban de nacer y morir, nacer y morir, nacer y morir...
29 de junio de 2015
8 comentarios:
He tenido que habilitar de nuevo la moderación de comentarios. En este blog se admiten todo tipo de opiniones pero con argumentos y con respeto hacia las demás. El insulto y las malas formas no caben en este lugar. Si entras aquí con esas intenciones, no serás bienvenido.
Los anónimos han venido en forma de spam solamente, durante estos últimos meses. Me veo obligada, por lo tanto, a bloquearlos.
Siento que tenga que ser así.
Gracias.
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Hola: me encantó esta descripción que me connota cuando salimos dando un portazo y cerrando una etapa de algo de nuestra vida... seguimos en contacto
ResponderEliminarEscribo sin pensar nada. Lo que va saliendo. Es como desnudarse... Porque lo no meditado dice mucho más que lo meditado, Marta. A veces, es verdad, hay que dar un portazo ;)
ResponderEliminarnacer y morir, nacer y morir.
ResponderEliminarHe cumplido la mitad del trato, ahora toca hacerlo con la siguiente. Toca descansar que ya está bien.
Besos
Descansa, Ripley. Y tarda mucho en cumplir esa parte del trato. Aún tienes mucha guerra que dar.
ResponderEliminarYo ahora ya cierro los ojitos...
Desasosegante y prometedor arranque, Campu. Un abrazo bloggero y otro de los otros.
ResponderEliminarEl ciclo de la vida.
ResponderEliminarBs.
Joder, parezco yo yendo a trabajar...
ResponderEliminarBesos.
:D
ResponderEliminarY yo, Toro... Y no quiero pensar en el significado del símbolo de las ratas...jejeje
Gracias a todos.