23 de noviembre de 2016

El estercolero de Twitter. Y mucho más...


No está toda la sociedad aquí pero sí la que más grita. La más silenciosa también. La que sólo disfruta de la belleza de los despertares, de los atardeceres, de las viejas glorias, de la añoranzas de un tiempo mejor que pudo o aún puede existir. 

Y es que me fascina Twitter. Me ha atrapado dulcemente, como bella y melosa telaraña, cubierta por las gotas de una fuerte tormenta que viene y se va mientras dura el mundo. 

Me he escapado de esta red ya una vez, pero he vuelto a caer. Como la inocente mariposa que abre las alas frente a ella. Para luchar por esa verdad que considera universal y, sin embargo, no pertenece a todas las miradas que la observan.

Escribo esto mientras escucho la voz seductora de un hombre, que acaba de desaparecer entre halagos de este mundo efímero. Baila conmigo hasta el final del amor... Baila. Mi querido Leonard Cohen, que me dio a conocer mi tío cuando era una niña... ¡Qué mágicos recuerdos con su música de fondo!...

Hoy, en cambio, esas florecillas tuiteras de ayer por la muerte de uno que habitaba entre nosotros desde "siempre", se han convertido en verdaderas máscaras terroríficas con el fallecimiento de Rita Barberá. Y me da igual que se llame Rita Barberá o X.  Me da igual si milita o ha militado en este partido o en el de más allá. Puedo aceptar la indiferencia ante una muerte, incluso algún cabreo interior por los actos supuestamente cometidos por tanto y tanto caradura. Puedo aceptar un sentimiento humano hasta cierto punto. 
Pero no puedo aceptar la risotada, la alegría por la muerte de alguien que ni ha llegado a ser condenado por la Justicia. Todas esas imágenes terribles con el cuerpo aún caliente... Da miedo pensar que detrás de esas máscaras terroríficas se encuentran personas que caminan por la calle a tu lado, que entran en tu panadería, que compran en el mismo supermercado que tú y sonríen a la cajera... Da pavor y muchísima tristeza. Pavor, en realidad.

Mañana, Leonard seguirá cantando hasta el fin suavizando nuestros entornos tan limitados...  
Rita, de una u otra manera, seguirá siendo nuestra. De todos.
Y este baile, en el saloncito, les ha tocado bailarlo juntos. Curiosos caprichos virtuales y temporales. Muy curiosos...

Es verdad también; si me atrae Twitter, es por esa falta de censura que a veces criticamos o cuestionamos todos y cada uno de nosotros. La censura recortaría toda nuestra libertad y, con ella, una de las escasas maneras con la que aún nos permiten, no sin motivo, campar "a nuestras anchas" soltando opiniones, arrebatos, sentimientos sin fin...

Precisamente por ello, no deja de ser un escaparate de nuestras miserias más profundas. Miserias que conforman el estado de ánimo de un país grande que no se merece esto. Que no merece tales divisiones, tanta mala hostia retenida y sólo expuesta en estas grandes riadas infinitas.

Me sigue gustando Twitter, a pesar de todo. Por lo que he comentado. Por mucho más. Porque nuestras máscaras, con el pajarito azul, caen por su propio peso. 

Desnudos, es cierto... no nos atreveríamos a decirlo tan abiertamente. No nos dejarían, quizá.

Yo, en cambio, sin la máscara campurriana, sigo apostando por expresar lo que siento. A costa de que me den el café y dos yoyas. Alguna vez ya me he buscado problemas sin pantallas por medio. Es inevitable cuando una se remueve por dentro si escucha algo que crispa, que duele.

Descanse en paz todo aquel que muera con la conciencia tranquila o sin ella. 
Los castigos, estoy segura, los reciben en sus alcobas cada noche oscura que nos regala Dios.

Os quiero. A pesar de todo.

3 comentarios:

Rud dijo...

Hola, Campurriana
Me ha gustado tu valentía para expresarte. Aún no caigo en la tentación de twiter o de facebook, trato de estar más unida a mi familia y quienes estén e mi alrededor. Además tengo mucho trabajo.
*
Después de ocho meses de estar alejada del blog, la semana pasada tuve la triste noticia de la desaparición de nuestro común amigo Adolfo, que en paz descanse. Esa novedad para mí ha significado algo demasiado triste, pero cuando he observado los comentarios me he dado cuenta que tu dolor ha sido mucho mayor. Soy capaz de reinventarme afortunadamente.
Recordémoslo como esa chispa de inteligencia que nos ha de acompañar siempre, él desea que alejemos la nostalgia de nuestro corazón, porque ahora es un ser de luz que iluminará nuestro sendero eternamente.
Me ha dado mucho gusto conocerte.
Un sincero abrazo de amistad

esteban lob dijo...

Derrochas autenticidad Campurriana. Desde tan lejos, simplemente te digo olé.

Campurriana dijo...

Rud, de valentía nada. Simplemente, expreso lo que siento. Me gusta escribir sin tapujos, sin decoraciones que ocultan, sin correcciones que hacen daño a lo que realmente se desea expresar. Ripley, en eso, era mucho más directo que yo. Eso me gustaba de él, aunque también me costase algún que otro disgusto su forma de ser con la mía y la mía con la suya. Aún así, una persona auténtica merece ser perdonada si el fondo es de oro, y el de él lo era. Sobre todo ahora, son dignas de más perdón que nunca. En estos tiempos que corren sin sentido entre tantas neolenguas que sólo muestran hipocresías...
No. No sois mejores que nosotros por el mero hecho de suavizar el discurso. El que no se moja, a mí personalmente, no me gusta, no me atrae, me aburre soberanamente.

Rud, no quiero más a Ripley por decir en alto que lo echo tanto de menos. Lo digo porque me apetece decirlo, porque lo siento. Pero eso no quiere decir que sea más valioso mi sentimiento que el sentimiento silencioso de quienes lo quisieron tanto.

Muchas gracias por tus amables palabras. Sigue disfrutando de tu familia, de tus amistades cercanas... Las redes sociales aportan pero también quitan. Hay que saber medirse... Yo soy un poco viciosilla. Lo reconozco. Intentaré corregirlo en el nuevo año que estamos a punto de estrenar.

Esteban, Olé por ti. Y por Ripley. Y por las lenguas sin pelos.
jajajaja