6 de abril de 2024

Muchas rocas

Cada palabra que pronuncio, ya no va dirigida a nadie que se encuentre físicamente enfrente de mí. Camino con mis soledades como compañía más fiel.

La palabra se queda tan extrañada con esta experiencia, que se convierte al instante en un eco que resuena y aconseja, tranquiliza, desasosiega también.

Las palabras pueden ser las amigas más tiernas o las enemigas con más aristas. Como los silencios, que son tan importantes como ellas. Incluso, más. Dentro de los silencios también existen discursos escondidos. No nos libramos nunca de los discursos.

Todos necesitamos ese reposo de diálogos internos para recolocar nuestro cuerpo, tan ligado a nuestra mente y viceversa. Nunca he sentido tan fuertemente esta conexión entre ambos.

Observo ahora la vida y la comprendo mucho más que antes; Cuando era una feliz ignorante que se consideraba por encima de tantas cosas. Ahora soy más consciente, lo que aporta dolor y también un conocimiento extremadamente valioso. 

Comprendo más la fragilidad de las personas que tenemos cerca, la de mí misma. Esa fragilidad aporta un atractivo especial también. 

Somos como flores que se acaban de abrir en medio de una tormenta. O podemos pensar que somos la planta que florece o deja de florecer...

5 comentarios:

María dijo...

Pues claaaro CAMPU ¡! sin duda eres una florecilla abierta bajo la tormenta, no tengo ninguna duda: ) Creo que al final, la comodidad que nos generan nuestros silencios, nuestras palabras o las de los demás, siempre dependen de cómo estemos por dentro en ese instante, ese es el quid de todo. Cuando dentro estamos en modo tormenta, demasiado sensibles, rotos e incluso sólo susceptibles, todo lo vivimos como una agresión, exista o no exista. Nos agreden los silencios, las palabras y hasta el aire tiene aristas, no es cierto, es que nosotros estamos en carne viva y es necesario ese tiempo de cura y sanación para recomponernos y resituar el efecto de todo lo que nos sucede, así que ánimo lo importante es seguir floreciendo bajo la tormenta y fuera de ella ; ) Un beso grande y buen finde!

TORO SALVAJE dijo...

Te leo y parece que me leo.

También creo entender mejor la vida ahora, y si pudiera... cambiaría tantas cosas de cuando yo creía saberlo todo...

Volvería y sería otro pero claro eso es imposible.
Uno aprende cuando ya casi ni importa.
En eso la vida está mal diseñada.

Me temo que los cementerios están llenos de sabios y los templos del poder llenos de idiotas.

Besos.

Alfred dijo...

Aprendemos tarde de que va la cosa y al intentar explicarnos con palabras y silencios, nadie nos hace caso.

Besos.

Osval Do dijo...

Hay un gran pensamiento tuyo detrás de muchos de los pasajes que nos deja tu texto.
Sin silencio las conversaciones no existirían, sería imposible comunicarse, como en la música, el silencio le da vida a las frases musicales.
Y también es cierto que somos frágiles, tal vez no deberíamos rompernos ante lo malo sino ser flexibles, como los juncos, que se doblan pero no se quiebran (como alguien dijo por ahí en alguna canción, creo).
Muy buena tu publicación.
Saludos.

Campurriana dijo...

María, cuánta razón en tus palabras. Yo te leo desde mi cueva. Aún lamiendo mis heridas, que no han cicatrizado ni de lejos. Me pregunto si llegará la ansiada cicatriz.

Toro, también me siento tan identificada con tus pensamientos. Yo cambiaría muchas cosas de aquellos tiempos de feliz ignorancia. Me pregunto si las cambiaría de volver a nacer... Si naciésemos con las mismas circunstancias... Eso también me lo pregunto.

Alfred, cada uno tiene que tropezar en sus propias rocas. Si no, no es el mismo aprendizaje. El problema es aprender demasiado tarde...

Osvaldo, es verdad. El silencio da forma a los pensamientos, a los discursos. Esa pausa del interlocutor que da pie a tanto. Todo tiene su sentido. Como en la música...
Bienvenido.

Un abrazo a todos y buena tarde. Lo que queda de ella...