19 de julio de 2008

Mi primera cámara digital...

Salió al monte orgullosa de poder retratar la historia de un bello monasterio, de un precioso paraje de agua, castañas y pescadores de botas de plástico verde, que intentaban capturar la trucha más hermosa. Era un día de septiembre del año 2003 y decidimos pasear junto al río para poder observar al final las ruinas de Caaveiro, que aparecían entre las Fragas do Eume como el palacio de un cuento de niños.

Lo recuerdo con mucho cariño; por la compañía, por el contacto con una naturaleza escondida en la Galicia más fresca, por el testimonio encontrado en cada piedra, en cada rayo de sol que ilumina los secretos que se dejan contar a través del viento...

1 comentario:

Raíña Loba dijo...

Es un lugar con misterio, mágico. Hace menos tiempo que estuve por allí y no me importaría repetir porque se está muy a gusto entre sus muros con mil historias y en la tranquilidad de sus árboles, oyendo el ronroneo del agua.

He reconocido a la persona de la foto :)