23 de octubre de 2010

En el barrio rojo de Amsterdam...


El color rojo brillaba cerca de la vieja iglesia, rodeándola con descaro. Un hombre de mediana edad negociaba el precio con una joven asiática que mostraba su hermoso cuerpo a través del cristal. 50 euros, acerté a escuchar mientras paseaba cerca de las ventanas que daban a los camastros cubiertos por toallas, a las habitaciones decoradas con alfombras de zapatos de tacón tirados por las esquinas, de vestidos utilizados en un momento anterior o posterior al negocio, de cremas reafirmantes, geles íntimos de baño, cepillos de pelo, gorros de ducha...Allí estaban todas ellas insinuándose a los turistas que las miraban con admiración, con lástima, con incredulidad, con recelo. Y yo, mientras tanto, me preguntaba si serían felices, si realmente merecía la pena vivir de este modo...

3 comentarios:

Jota Ele dijo...

Es la profesión más antigua del mundo, según dicen.

Yo admiro a las putas. Y lo hago porque tienen mucha dignidad. Sé de casos que sacan a sus familias adelante con ese comercio que ejercen. Dan estudios a sus hijos, etc.

No sé si serán felices. Supongo que no pero, como dijo el torero, "más cornás da el hambre".

Saludos.

Raiña Loba dijo...

Curiosa foto.

En cuánto a lo que hay detrás de esas cortinas rojos, hay tanto qué decir...., pero serían ellas/os, los que lo viven. Habrá de todo, aunque me inclino a pensar que la mayoría elegiría otra forma de vivir si pudiese.

Campurriana dijo...

Jota Ele, me parece una profesión tan dura que aun no sé cómo pueden denominarla algunos como "de fácil ejecución"...

Raiña, ¡qué alegría el verte por aquí!. Lo cierto es que está totalmente prohibido sacar fotografías a las prostitutas. En este caso me cuidé mucho y sólo fotografié el escenario sin ellas...Comenzaba a anochecer y ya había un cortina cerrada...