31 de enero de 2016

Cuando una canción no vale nada...



Ha llegado la desesperanza. Se ha instalado, de hecho. Cuando una canción no vale nada, es que lo hemos perdido todo.

Antes, los cambios se sucedían tan o más rápidamente que ahora. Sin embargo, esos cambios hacían palpitar corazones y éstos...éstos los sumen en una gran falta de interés y casi insultante indiferencia. 
Se trata, en definitiva, de una tristeza palpable por todo aquello que provocan estas creadas corrientes en los estados de ánimo de los que nos rodean, de uno mismo también.

Lo sabemos. Este barco ya lo llevan dirigiendo en las sombras desde siempre...o bajo las luces de una hipocresía de la que vivimos todos en cierto modo. Me imagino que sí vivimos de ella porque seguimos aplaudiendo apenas sin darnos cuenta... Seguimos aplaudiendo.

Cuando coges el disfraz, es que estás preparado para la vida.

6 comentarios:

TORO SALVAJE dijo...

Si.
Una tristeza enquistada en todos los futuros.

Campurriana dijo...

¿En todos? :(

Pedro Ojeda Escudero dijo...

A veces la desesperanza es la mejor de las esperanzas...
Besos.

Maribeluca dijo...

Es obvio que no hablamos de música...es muy difícil, parece que a pesar de estar objetivamente mejor que no hace demasiado, los profetas del odio y los del cuanto peor mejor están ganando la batalla anímica,la mediática por supuesto, por algo dominan como nadie el agit prop.

Tal vez necesitemos una vacuna de caballo como sociedad o tal vez vuelva a pasar de largo el Apocalipsis, quién sabe...pero no vendría mal encomendarse al Apóstol.

Campurriana dijo...

Para arrancar de nuevo. Para comenzar a cambiar algo...algo importante que se nos escapa...

Campurriana dijo...

Es la manía peligrosa de levantar polvo por causas inútiles... El Apóstol también se tapa la cara con las manos ante tanta dejadez...